Ideas

* Guillotina

Implacable, la guillotina volvió a funcionar…

La víctima en turno, Pedro Caixinha.

El certificado de defunción -valga la analogía- se remite al “machote” usual en estos casos: la directiva del Cruz Azul notifica que “por mutuo acuerdo” se tomó la drástica decisión; agradece “por el trabajo, compromiso y esfuerzo” al técnico cesante y sus colaboradores; omite la mínima referencia a la frustración porque los resultados fueron muy inferiores a los previstos al inicio de la relación, y concluye deseándoles “el mayor de los éxitos en sus futuros proyectos”.

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Los otros técnicos defenestrados en lo que va del Torneo de Apertura -Torrente con el Morelia, Sánchez Solá con el Puebla, Meza con el Veracruz…- pagaron, al precio del cese, el desencanto de dirigentes y simpatizantes porque los malditos números se negaron a respaldarlos.

En el caso más reciente, Caixinha compartía con Ricardo La Volpe, hasta el domingo, el dudoso honor de estar al frente de los equipos calificados por los entendidos como las mayores decepciones del torneo. En el siguiente escalón estaría el Pachuca, donde tal vez Martín Palermo esté en la cuerda floja. (El Veracruz, para esos efectos, no está incluido en la lista, porque para sacarlo del hoyo, como ya se ha apuntado en otras ocasiones, haría falta una mezcla de Mandrake el Mago con San Martín de Porres).

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En lo que el tiempo convalida el diagnóstico de los dirigentes del Cruz Azul, en el sentido de “si el enfermo no mejora, el médico es el culpable”, La Volpe, hasta donde se sabe, se sostiene con alfileres en el cargo.

En su caso, como en el de Caixinha, hay un argumento fundamental, determinante en las decisiones de los dueños de la pelota: el campeonato va casi a la mitad; a estas alturas de la película ya deben estar definidos por lo menos seis de los ocho equipos que pasarán de la prolongada etapa clasificatoria a la sumaria fase decisiva; el verdadero campeonato, pues.

Cruz Azul y Toluca, por inversiones, por plantel y por historia, estaban en casi todas las quinielas. Los “Cementeros” son undécimos en el tabulador; los “Choriceros”… ¡penúltimos!

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Para pasar de la extensa lista de los llamados a la selecta de los escogidos, las tres actuales decepciones dependen, más que de su propio esfuerzo… de la dudosa perspectiva de que otros se desplomen.

O sea, de un milagro… o casi.

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