* Fiestecita
Dicen -y dicen bien...- que “a falta de pan, semitas”..., y también que “a cada capillita le llega su fiestecita”.
Así, a falta de logros colectivos, la participación de Alan Pulido en la disputa del título de goleo individual fue, como se anticipó desde que surgió esa posibilidad, un especie de premio de consolación: algo así como el reintegro de la Lotería. Y a falta del boleto para la llamada “fiesta grande” del futbol mexicano -que por quinta vez consecutiva queda fuera de su alcance-, el Guadalajara debió conformarse con la fiestecita del sábado pasado.
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Insuficiente para provocar la movilización masiva de sus legiones de simpatizantes a “La Minerva”, la victoria del sábado tuvo, de cualquier manera, una serie de ingredientes encomiables…
Uno, que las “Chivas” se levantaron de la lona para rescatar el triunfo. Aunque se adueñaron de cancha y pelota, y pusieron al adversario de espaldas contra las cuerdas desde el silbatazo inicial, no se salvaron de que, por esas indefinibles y ocasionalmente inexplicables “cosas del futbol”, el Veracruz saliera una vez, a galope tendido, hacia los dominios de un Toño Rodríguez que tenía que hacer ejercicios de calistenia para no quedarse dormido, y le clavara un gol que ciertamente no estaba en el script.
Otro, que la porfía de los rayados les permitió alzarse con el triunfo cuando los más pesimistas ya veían venir otro descalabro de los que no tienen perdón de Dios, por la serie de calamidades que llevaron al Veracruz a imponer un record mundial para equipos profesionales en materia de partidos sin victoria.
Uno más -el más trascendental, al cabo-, que Pulido encontrara en los minutos finales, en los goles con que su equipo aplicó al marcador “la ley de la tortilla”, el premio a su esfuerzo y a su generosidad, porque durante la primera hora de partido se sacrificó (estérilmente, también eso hay que consignarlo) en beneficio de la causa.
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El resto de la historia queda para el anecdotario: el gol portería a portería -único de la temporada y primero en la historia del estadio de las “Chivas”- de Toño Rodríguez, aprovechando que Jurado se fue alegremente al ataque en un tiro de esquina…; y, tangencialmente, la despedida de las canchas de Carlos Salcido, quien conoció la gloria con el Guadalajara, y los infiernos en la etapa final de su carrera con el Veracruz.