* Extorsiones
Ni todo el monte es orégano, ni la vida de los profesionales del futbol es, en todos los casos, tan regalada como se supone…
En los casos de las figuras más renombradas, abundan los testimonios de que el aura de celebridad que las rodea es más un tormento que una alegría. Placeres ordinarios de los mortales comunes y corrientes, como entrar a una tienda o un restaurante, o refugiarse en sus días de asueto, con su familia, en un hotel de playa, como cualquier hijo de vecino, les están vetados: los “paparazzi”, en algunos casos, los coleccionistas de autógrafos o los cazadores de “selfies”, en muchos otros, los acosan, los persiguen y les amargan la existencia.
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Álvaro Dávila, presidente del Morelia, puso el dedo en la llaga. Aunque su comentario quiso ser una especie de defensa pública ante las críticas de algunos aficionados porque la directiva supuestamente no hizo los esfuerzos e inversiones adecuadas para reforzar al equipo, Dávila expuso algunos motivos que disuadieron a un delantero paraguayo y un central que juega en Europa, cuyas contrataciones habían avanzado bastante: “Se enteraron de lo que sucede en el Estado (Michoacán), en la ciudad (Morelia); se dieron cuenta de (…) que hay bloqueos, que falta gasolina; que por lo menos la mitad de los jugadores han recibido llamadas de extorsión (…), y al final dijeron que no”.
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Las peculiaridades de una carrera en que los profesionales están expuestos tanto a los beneficios como a las incomodidades de la fama pública, acaban siendo manejables. Los futbolistas aprenden a moverse en ese entorno. Entienden que deben pagar un precio a cambio del salario y las prestaciones adicionales que les reditúa su profesión… Ni las princesas de cuento ni los futbolistas son tan felices como suponen quienes sólo los ven en la tele.
Los ocasionales bloqueos o desabastos de gasolina son molestias que comparten con el resto de los mortales… Sin embargo, las extorsiones son otra cosa: detrás de ellas hay bandas delincuenciales que exigen “cuotas de protección”, sin justificación alguna, a personas de bien, a simples ciudadanos que se ganan honestamente la vida en el ejercicio de actividades lícitas: profesionistas, comerciantes, etc.
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Dávila no dijo qué medidas han tomado el club y las autoridades civiles en los casos de los futbolistas que han recibido esas llamadas; pero de que encendió alarmas, no cabe la menor duda.