* “Estaba escrito…”
Desde la perspectiva de la teoría, Tomás Boy jugó sus piezas como era pertinente…
Puesto que la fórmula que utilizó de entrada ya había demostrado su ineficacia, como lo evidenciaban tanto la ventaja de 2-0 adquirida por el Necaxa desde la etapa inicial como su propia inoperancia ofensiva, poner a un atacante (Vega) por un defensor (Alanís) en el último cuarto de hora de partido, correspondía a la lógica de que “un perdido a todas va”.
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“Cambio suicida”, fue el primer comentario que al observador se le vino a la mente. “Operación kamikaze”, rectificó a continuación, considerando que el cambio acentuaría el desequilibrio táctico.
Se trataba, en todo caso, de un riesgo calculado. La posibilidad de que el asedio sobre el marco necaxista dejara de ser sólo envolvente y pasara a ser penetrante fue la apuesta del Guadalajara. Había, por supuesto, el riesgo de que el Necaxa aprovechara los espacios que se le abrían delante. De hecho, los contraataques en que Delgado, Angulo y Contreras tuvieron la posibilidad de dar la puntilla a las “Chivas”, demostraron que los cambios de Boy rayaron en la temeridad.
El desenlace de la historia, como ya se va haciendo costumbre, fue decepcionante… El Guadalajara sigue en el tobogán. Su único consuelo en el capítulo del descenso es que el Veracruz, su actual compañero de desgracias es ya -estadísticas en mano-… el peor equipo del mundo.
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Lo del Atlas era previsible. Estaba escrito. A Pachuca había que llevar en el equipaje -además del botiquín de primeros auxilios-, por lo que pudiera necesitarse, la bendición papal…
La llamita de la esperanza de que algo pudieran rescatar los rojinegros, se desvaneció cuando el silbante Óscar Mejía se apoyó en el VAR para cambiar la ilusión de un penalti a favor con el desencanto de un fuera de lugar previo en contra.
Ni siquiera el grosero autogol de Cabral reanimó las esperanzas de los rojinegros: Dávila, con uno de los mejores goles de la jornada, les puso la cruz sobre la sepultura.
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Todo eso mientras el Querétaro perdía lo invicto de manera rotunda y categórica -ante el León, en casa, por 4-0-, Santos Laguna se convertía en nuevo líder, Toluca saboreaba por primera vez en la campaña las mieles de la victoria, y el partido que más expectación generó (“Tigres”-América) se resolvía con salomónica división de utilidades.