* Espejo italiano
Para un Mundial de futbol sin Italia, Holanda y Chile hay un adjetivo a la medida: descafeinado. Por buena disposición que se tenga, la presencia, en cambio, de Irán, Arabia Saudí, Egipto, Islandia, Panamá, Senegal y Australia, entre otros invitados sorpresivos, no compensa las ausencias inicialmente señaladas.
De igual manera, la Copa del Mundo alternativa que se cocina en Estados Unidos, con la participación de los grandes ausentes del Mundial de Rusia —incluida, naturalmente, la representación estadounidense—, por atractiva que pudiera resultar, no pasaría de ser un remedo de Mundial para el que también habría un adjetivo a la medida: intrascendente.
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En lo que se avanza hacia la hora de la verdad, el fiasco que fue para los italianos la eliminación de su Selección —varias veces campeona y habitual protagonista, en toda la extensión del vocablo, de casi todos los mundiales— puede dejar, si no una enseñanza, sí al menos una reflexión en beneficio del futbol mexicano…
Más allá de las expresiones pasionales —meros desahogos, pues—, inevitables en estos casos, en Italia se ha intentado dar con las causas profundas de su fracaso. Aunque el técnico nacional, Giampiero Ventura, ya fue cesado, ha habido muchas voces sensatas, concordantes en que el descalabro no se remedia mediante el sacrificio de un chivo expiatorio (lo dijeron muy bien Gorka Pérez y Daniel Verdú: “Si las victorias reparten gloria a partes iguales, las derrotas tienen un marcado carácter personalista”)… ni de varios.
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Hay quien sostiene que la eliminación no refleja el verdadero potencial del futbol italiano; se afirma que hay muy buenos entrenadores y que se está trabajando bien en la formación de talentos. Indicios de ello serían el subcampeonato conseguido por Italia en la Eurocopa Sub-19 de 2016 y el cuarto puesto de la Sub-20 en el último Mundial de su categoría.
Entre las posibles causas —varias, necesariamente— de la evidente crisis por la que atraviesa un futbol cuya Liga, sin embargo, mantiene su prestigio como una de las mejores del mundo (Nápoli fue cuartofinalista y Juventus finalista en la más reciente edición de la Champions League), se ha apuntado que “hay demasiados extranjeros en el campo”.
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La hipótesis es discutible. Sin embargo, vale como motivo para considerar si es válido o no el temor de que la creciente desmexicanización del futbol mexicano pudiera, más tarde o más temprano, pasar factura…