Ideas

-"Dejar hacer..."

Decididamente, por lo visto, revisto, declarado y reiterado en todos los tonos, con las palabras y en los hechos, el Gobierno de la Cuarta Transformación ha hecho suya la bandera ideológica surgida en el Siglo XVIII y condensada por Vincent de Gournay, en Francia, en su forma más conocida: “Lessais faire, lessais passer” (Dejar hacer, dejar pasar).

Originalmente, en Europa, en los albores de la Revolución Industrial Inglesa, la frase representaba la oposición a la ingerencia gubernamental en asuntos económicos, a partir de la convicción de que las leyes del mercado operan por sí mismas. Aquí, ahora, se aplica como política oficial con respecto a muchas manifestaciones delincuenciales que han hecho de la inseguridad y la violencia las principales preocupaciones de los mexicanos, y a las conductas antisociales, declaradamente anarquistas, de grupos como los que han perpetrado acciones vandálicas (contra las cosas) y agresivas (contra las personas) en ocasión de recientes marchas y manifestaciones en la Ciudad de México.

-II-

Que el Hemiciclo a Juárez, ayer, ya estuviera limpio, y que el Monumento de la Independencia hubiera sido en gran medida reparado, después de las pintas con aerosol y los daños con tubos, martillos y otros objetos, no significa que quienes deliberadamente perpetraron tales estropicios no deban ser considerados delincuentes (el daño a las cosas es un delito)... ni exime a la autoridad de la obligación de sancionarlos.

Es respetable y válida la decisión de no reprimir sistemáticamente, cuando la represión implique abuso por parte de la autoridad… pero es irresponsable eludir el compromiso legal y moral de contener por la fuerza, si es preciso y hasta donde sea menester, una conducta ilícita. Es probable que, en efecto, “la violencia genera más violencia”… pero también es cierto que la impunidad, hija tanto de la declarada pasividad como de la demostrada incompetencia de la autoridad para “cumplir y hacer cumplir la ley” -como reza la fórmula-, para todos sus efectos, propicia la repetición de conductas que deberían ser punibles.

-III-

Detrás de las acciones de los (y ahora mayoritariamente “las”) anarquistas hay, evidentemente, resentimiento; odio de clase. Y eso es algo que no se corrige con violencia, ciertamente… pero tampoco con la tibieza que se ha convertido en bandera gubernamental, sino con la aplicación decidida de la ley, y con energía, entendida como el uso adecuado e inteligente de la fuerza.

Después de todo, tenía razón Oscar Wilde: “Hay algo peor que la fuerza bruta: la inteligencia bruta”.

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