Ideas

* Cuerda floja

La versión de que los dirigentes del Guadalajara tienen a Juan Carlos Osorio como “opción” para el caso de que tomen la decisión de destituir a Luis Fernando Tena como entrenador —desmentida por el propio Osorio... como casi siempre sucede en esos casos—, amerita la misma respuesta que se atribuye a Santo Tomás de Aquino como colofón a la afirmación de que un buen voló:
—Pue’ que sí…, pue’ que no.

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Los dueños de los destinos del Guadalajara —pronúnciese Amaury Vergara— han dado señales, hasta ahora, de que descalabros como la derrota de la semana pasada ante los “Tigres” deben manejarse con ecuanimidad; que no deben inducirlos a tomar decisiones arrebatadas, de las que mañana puedan arrepentirse.

Un tropiezo de un equipo no necesariamente denota incompetencia del entrenador. Además, en el mismo Guadalajara hay una extensa lista de técnicos a los que Jorge Vergara —qepd— destituyó “en caliente”… y el ulterior “mea culpa” del susodicho, como indicio de que aprendió que la paciencia, en futbol, da mejores resultados que la premura.

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¿Significa lo anterior que Tena tiene el puesto asegurado, y que su continuidad en el cargo se definirá hasta el final del actual Torneo de Clausura…?

No necesariamente. Las decisiones de los dirigentes dependen de su estado de ánimo, y éste, a su vez, de los pareceres de terceros —socios, amigos, consejeros…— y aun de las reacciones de esa entelequia gelatinosa a inasible llamada opinión pública. Así como es probable —por poner un ejemplo reciente y cercano— que el clamor de los seguidores del Atlas en el Estadio Jalisco pidiendo la destitución de Leandro Cufré influyera en la decisión que tomaron los dirigentes en ese sentido, mañana mismo pudiera suceder que si las “Chivas” no tienen un desempeño aceptable o simplemente si no consiguen el resultado que a toda costa quieren sus simpatizantes ante el Cruz Azul, el monstruo de mil cabezas emitiera el consabido alarido condenatorio… y los dirigentes lo acataran.

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Ya la sucedido varias veces en el futbol mexicano, por lo demás. A Nacho Trelles —por ejemplo— se le destituyó como técnico nacional, en vísperas del Mundial de 1970, porque los dirigentes consideraron que “no estaba sicológicamente —por la presión del público— en aptitud de continuar en el cargo”.

Así, aunque no es lo más probable que suceda, tampoco debe descartarse la posibilidad de que la historia pudiera repetirse.
 

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