* Cambio de árbitro
Algunos aficionados saben que, así como los equipos pueden cambiar jugadores sobre la marcha de un partido —de ordinario tres por equipo; ocasionalmente hasta media docena y hasta más en encuentros amistosos—, también se puede cambiar… al árbitro.
Lo saben, subrayémoslo, acaso porque hayan estudiado el Reglamento y encontrado el renglón que previene que, en caso de lesión o indisposición que impida al silbante iniciar o proseguir en el partido, uno de los jueces de línea toma su lugar, y el llamado “árbitro suplente” o “cuarto árbitro” toma el del abanderado…, pero difícilmente porque alguna vez lo haya constatado.
En México, concretamente, por lo demás, sólo de manera ocasional se ha dado esa circunstancia.
*
El caso es que ahora, para el partido de anoche entre Atlas y Morelia en el Estadio Jalisco, ocurrió una situación extraña… aunque no precisamente anómala.
Extraña, porque la Comisión de Arbitraje de la Federación Mexicana de Futbol había designado a Adonaí Escobedo como silbante para ese encuentro, y posteriormente, a solicitud de la directiva rojinegra, revocó la designación y encomendó esa tarea a Fernando Guerrero (quien no había recibido designación alguna para esta jornada, supuestamente “en castigo” por los errores en que incurrió en el encuentro San Luis-Guadalajara de la jornada anterior). Pero no anómala porque, bien visto, el planteamiento de la directiva atlista tenía sustento.
*
Adonaí Escobedo fungió como árbitro central en el partido Atlas-Puebla de la segunda jornada. Fue él, en consecuencia, el encargado de consignar los gritos que tanto la FIFA como la FMF han decidido erradicar de los estadios, por considerarlos homofóbicos, y que le valieron al Atlas el veto que se hizo efectivo hace una semana, cuando jugó contra Tijuana sin gente en la tribuna.
Aunque el comunicado de la Comisión de Arbitraje contiene una pifia garrafal —en la que ni el VAR puede auxiliarlo— al señalar que la sustitución se decidió para evitar que pudiera advertirse “falta de parcialidad” (¿no debería decir “imparcialidad”…?) en caso de que nuevamente tuviera que aplicarse el protocolo de advertencia al público, la decisión, además de reglamentariamente inobjetable, es plausible porque, al curarse en salud, reduce el riesgo de que los aficionados que eventualmente lo asociaran con los incidentes del partido contra el Puebla y las consecuencias de su conducta, pudieran reincidir.
(Después de todo, del peculiar sentido del humor de ciertas personas, puede esperarse… cualquier cosa).