Ideas

* "Calaveradas"

¿Es que la conducta de los futbolistas profesionales fuera de la cancha se ha modificado en los últimos años…? ¿Es que antes eran modelos de corrección –o discreción, al menos— y de repente se volvieron –algunos, al menos— licenciosos, inmorales y libertinos…?

No hay estadísticas al respecto. Ni hay cifras acerca de los jugadores que en el pasado se significaban por su profesionalismo a carta cabal, lo que implica buena conducta en la vida privada, y los que se salían de esa línea para dedicar a la juerga y el desorden el tiempo que supuestamente debían dedicar al descanso reparador, ni los hay acerca de los que actualmente son disciplinados, y los que tienden a salirse del huacal.

Y encima, las trapacerías extra-cancha en que participaban las figuras del deporte no eran, como ahora, materia prima para la prensa, ávida de escándalos tanto o más que de hazañas deportivas propiamente dichas.

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En todo caso, es público y notorio que los tiempos han cambiado. Si antaño se sabía que un futbolista era un “calavera” habitual o que ocasionalmente se permitía realizar alguna calaverada, los rumores relacionados con su conducta tenían alcances muy limitados. Además, los aficionados tendían a perdonarles sus excesos en la vida privada, si dentro de la cancha se partían el alma y contribuían con su esfuerzo y su talento a las victorias de sus equipos… Y encima, las trapacerías extra-cancha en que participaban las figuras del deporte no eran, como ahora, materia prima para la prensa, ávida de escándalos tanto o más que de hazañas deportivas propiamente dichas.

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La onda expansiva que generan las escapadas de algunos futbolistas a sitios y en horas “impropias” para ellos –¡ah, pero no para los aficionados que concurren a los mismos, que los captan en sus teléfonos celulares y luego los difunden a profusión en las redes sociales!—, es ilimitada. Así, aunque pudiera pensarse que los jugadores, como todos los mortales, tienen derecho a “darle gusto al gusto” de vez en cuando, su condición de figuras, permanentemente expuestas al escrutinio público, las condena a tener un comportamiento ejemplar, irreprochable…, so pena de verse exhibidos como parranderos, juerguistas, borrachos y disolutos.

Podrá decirse, pues, que ocasionalmente son injustos los señalamientos, los calificativos y las condenas que se les dedican… aunque también hay que decir que los futbolistas –como todos los deportistas profesionales, como los artistas, etc.— escogieron una profesión a sabiendas de las exigencias que la misma impone, y que están obligados a moderar su conducta… o, ya de perdido, a tomar medidas para guardar las apariencias.
 

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