- Voz discordante
Neil Postman, sociólogo, educador, teórico de la tecnología y los medios de comunicación, escribió que “A veces hace falta una voz discordante para moderar el estrépito causado por las multitudes entusiastas”…
En medio de la coral que desde las vísperas, pero sobre todo ayer y hoy, ha entonado himnos a favor del respeto a las mujeres y contra todas las formas de violencia, y en la que sobresalen por su sensatez las voces solistas de las y los intelectuales que han expresado su respaldo a ese movimiento, hubiera cabido una voz discordante. Dicha voz habría dicho, probablemente –sin estridencias, sin lastimar a nadie…—, que todo el tiempo invertido y todo el barullo surgido de las manifestaciones que han estado a la orden del día, serán estériles (“después de tanto ruido, sólo viento”, como dice la moraleja de la fabulilla de El Parto de los Montes) si no se pasa, a partir de mañana, de las palabras a los hechos; si no se constata, la próxima vez que se celebre el Día de la Mujer, que el mundo empezó a cambiar –¡que los hombres cambiaron…!—, para bien, a partir de esta fecha.
-II-
Fue una pena que no fuera así. Fue lamentable que la única voz discordante en este orfeón, fuera la de un jerarca eclesiástico tapatío (“de cuyo nombre, etc.”, diría Cervantes), apartado de su cargo por haber llegado a la edad en que debía presentar su renuncia, y que en el ejercicio de su encargo se significó más por su proclividad a descalificar ideas que consideraba erróneas o conductas que consideraba reprensibles, con una rudeza impropia de un pastor de almas, que por ejercer, con caridad cristiana, el deber de orientar y poner el ejemplo, pasando de la prédica a la práctica del respeto y el amor al prójimo.
A diferencia de su sucesor, que se ha significado precisamente por su mesura y afán conciliador (William Penn escribió que “Ser cristiano es parecerse a Cristo”), el interfecto aventuró que quienes participan en las movilizaciones de estos días, o las secundan, o las apoyan, buscan confrontarse con los hombres y promover el aborto (!). No entendió, por lo visto, que el movimiento tiene una causa justa: rechazar cualquier forma de violencia contra las mujeres: ésa que se registra a diario en el país, y generalmente queda impune.
-III-
Colofón: Qué consuelo cuando la palabra del pastor es pastoral; qué desconsuelo cuando no lo es.