- Volver al Centro
En el entendido de que pocas cosas hay tan difíciles como hacer girar hacia atrás las ruedas del progreso, la idea de repoblar el Centro Histórico de Guadalajara explica las inquietudes de autoridades y particulares, y justifica los esfuerzos realizados hasta ahora para convertirla en un proyecto propiamente dicho.
-II-
Hay testigos de que la Guadalajara de las casonas señoriales del Primer Cuadro y de los barrios tradicionales -el Santuario, Mexicaltzingo y el Centro mismo- era una de las ciudades más “vivibles” de México: Ciudad Amable en toda la extensión del concepto. La necesidad de espacios para las nuevas generaciones; la multiplicación exponencial de los vehículos; lo ruidoso, contaminado e insalubre de la zona; el encarecimiento de las rentas; lo costoso de la reparación de las viviendas y la imposibilidad de alterarlas porque una legislación absurda, al declararlas “de valor patrimonial o histórico”, las volvió intocables, ocasionaron el vaciamiento de la zona céntrica y propiciaron el crecimiento explosivo, anárquico y monstruoso de la mancha urbana. Una de sus consecuencias fue el dato (EL INFORMADOR, XI-29-21) de que en Guadalajara habría 45 mil viviendas abandonadas -en las que perfectamente podrían vivir 250 mil personas-, 380 de las cuales en el envejecido y en buena medida inhabitable Centro Histórico.
La anterior y la actual administración municipal comparten la inquietud de devolver la vida a esas viviendas, sin esperar a que la proyectada Ciudad Creativa Digital deje de ser una entelequia químicamente pura, primero, y genere, a continuación -a partir de la hipótesis de que “la función crea el órgano”- el milagro de que la gente quiera volver al Centro para residir cerca de los cientos o miles de fuentes de trabajo que supuestamente se generarían, y que resurgieran escuelas, establecimientos comerciales, sanatorios y demás servicios que desaparecieron gradualmente por falta de potenciales clientes.
-III-
Se sabe que autoridades municipales y promotores de vivienda plantean las reglas del juego que hagan factible lo que por ahora se limita a ser deseable. Unas y otros deben sumar dos factores igualmente legítimos: el interés social y la factibilidad financiera. Unas y otros deben trazar, paso a paso, la ruta crítica que permita alcanzar esa meta, en el entendido de que quizás el proceso sea lento, pues así como destruir es más fácil que construir, repoblar lo que hoy está semiabandonado será más difícil de lo que fue, en su momento, simplemente abandonar lo que ya resultaba inhabitable.
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