Ideas

- Violencia electoral

Lamentablemente, Cucho, en su cartón de ayer en estas páginas, se quedó corto: las notas dominantes, en el entorno preelectoral vigente, no se limitan a los infundios, calumnias o difamaciones entre los candidatos a los puestos en disputa el próximo 6 de junio; las llamadas “guerras de lodo”, pues…

Lamentablemente, esta vez se ha ido más lejos. Las “guerras de lodo”, alentadas por la ambición e inspiradas por la ruindad y la bajeza, dañaban el honor de las víctimas. Se cumplía cabalmente el adagio: “Calumnia, que algo queda”… La variante, desde septiembre que se inició el proceso preelectoral aún en curso, hasta abril, ha sido la violencia propiamente dicha: Etellekt, a 32 días de las elecciones, reportaba 476 hechos delictivos en contra de políticos, candidatas y candidatos, con saldo de 443 víctimas y 79 homicidios dolosos. “Integralia”, a su vez, reportaba 169 incidentes, con 143 personas asesinadas y 67 heridas.

Discrepancias aparte, la tónica de tales “incidentes”, por lo demás, ha sido la impunidad acostumbrada.

-II-
La secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana de México, Rosa Icela Rodríguez, lo dijo con todas letras: el crimen organizado “impone, quita, mata, presiona, coopta y chantajea” a candidatos electorales en Morelos, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Veracruz, Sinaloa, Jalisco, Guanajuato y Baja California. Advirtió que esa realidad “pone en peligro las elecciones”. Aludía, por una parte, a que quizás en algunas localidades del país sea imposible instalar las casillas y culminar normalmente el proceso electoral; por la otra, a que el miedo ahuyente a los potenciales electores, acreciente el abstencionismo y dificulte que la voluntad ciudadana se refleje en los resultados de la elección; y por otra, a que muchos (o algunos, al menos) candidatos que llegaron como tales a los comicios, hayan sido, en efecto, cooptados por el susodicho “crimen organizado”, y sean, una vez en sus cargos, más cómplices de los delincuentes con los que posiblemente establecieron compromisos, que agentes y promotores del bien común de sus electores.

-III-

Porfirio Díaz, entrevistado por James J. Creelman en 1908, decía que “El mexicano, como regla general (…), reclama, sí, sus privilegios, pero le preocupan poco sus obligaciones”, y que más de la mitad de los habitantes del país “están en tinieblas aún respecto a sus derechos y obligaciones políticas”…

Sumado lo anterior a la criminalidad, la violencia y la impunidad rampantes, quizá siga vigente la aseveración medular de la célebre entrevista: “Probablemente México no está preparado para la democracia”.

jagelias@gmail.com
 

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