- Vil fiasco
No: por supuesto que no alcanzará el rango de “titánica” la labor que realizarán 450 empleados del Instituto Nacional Electoral (INE) durante los próximos 60 días (27 mil horas-hombre, en jornadas de ocho horas diarias, sin descansar días festivos ni fines de semana), para “validar” las casi nueve millones de firmas recolectadas por los promoventes de la consulta de Revocación de Mandato que muy probablemente se realizará el año próximo, a pesar de todos los pesares... y que casi seguramente -como un portento no ocurra- tendrá un desenlace anticlimático, similar al del proverbial “parto de los montes”.
En cualquier caso, el ejercicio que realizarán esos 450 abnegados trabajadores al efecto de comprobar que se consiguieron más de las dos millones 750 mil y pico de firmas necesarias para validar el ejercicio que supuestamente hará efectiva la sentencia de que “el pueblo pone y el pueblo quita”, tampoco será, bien visto, “cualquier baba de perico”.
-II-
La validación implica asegurarse, primero, de que no haya duplicidad, adulteraciones, inconsistencias u otras fallas en las firmas que supuestamente promueven la consulta; y después, de que nadie hubiera coaccionado a los firmantes. Puesto que sería escandaloso que casi dos terceras partes de las boletas presentaran irregularidades que obligaran a anularlas, es previsible que la promoción se dé por válida... y la consulta (“con dinero o sin dinero”, diría el inefable Chente Fernández) se realice.
El desenlace de la misma... ya es otra historia.
Vale reiterarlo: los adversarios -algunos reales, los más imaginarios-, los críticos del Presidente López Obrador y los observadores objetivos e imparciales, dan por buenos los sondeos que reflejan más del 70% de aprobación ciudadana al ejercicio presidencial, aunque no se expliquen el fenómeno; (“Algo tiene el agua, cuando la bendicen”, reza el adagio)... Ni siquiera los más recalcitrantes detractores del Presidente (los promotores del “campamento” que duró meses en el Zócalo de la Ciudad de México, por ejemplo...) han realizado, que se sepa, más allá de las manifestaciones callejeras, ninguna gestión formal para forzar su renuncia o promover su destitución.
-III-
Hay consenso, pues, en que López Obrador continúe en el cargo hasta entregar la estafeta -la banda presidencial, para ser exactos- a quien sea elegido como su sucesor. Así, el previsible desenlace de la consulta, al margen del sentido de los votos, será -como las que plantearon el posible encarcelamiento de los ex presidentes o la auto-exclusión de Jalisco del Pacto Fiscal de la federación- un vil y rotundo fiasco.
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