Ideas

- "¡Te llamabas...!"

Como “de gallegos”, “de argentinos” o “de cubanos”, también había, desde los hermosos tiempos de María Canica, chistes “de mexicanos”. Generados, tal vez, a influencia de los relatos que corrían de boca en boca a raíz de episodios históricos como la Revolución —pretexto para desmanes incontables— o de las películas de gangsters o charros que difundían al mundo la imagen de que los conflictos, en México, necesariamente se arreglaban (es un decir…) a balazos, aquello se volvió un tópico.

Dos botones de muestra (desconocidos, quizá, para las actuales generaciones):

Uno:
 –Aquel que va allá es mi compadre. –¿Cuál de los dos? –El del sombrero. –¿Cuál de los dos? –El que va a caballo. –¿Cuál de los dos?... (¡Bang, bang…!). –El difunto.

Otro:
–¿Cómo te llamas, tú? –Pancho… (¡Bang, bang…!) –¡Te llamabas!

-II-

Cambian los tiempos. Los actuales ya no están para chistes. Por lo menos, no para chistes de ese tipo, porque la realidad, en esa materia, ha superado con creces a la ficción. Relatos como los que no sólo se han vuelto cotidianos sino que ocurren cada vez con más frecuencia, han saltado de las secciones policiacas de los medios de comunicación a las estadísticas. Desaparecieron de los kioscos revistas “especializadas” que hicieron época por su amplia circulación (“Magazine de Policía” y “Alarma”, concretamente), hasta el punto de que su mercado se extendía a Estados Unidos, Francia, Holanda, Bélgica y Japón, y no propiamente porque su publicación hiciera, admitiérase o no, apología del delito, y era, por tanto, en sí misma constitutiva de delito, sino por una supuesta cruzada gubernamental “moralizante” contra la pornografía.

-III-

Miguel Ángel Rodríguez, quien fuera director de “Alarma”, dijo en una entrevista, saliendo al paso de que su publicación era amarillista y mentirosa, que los que su revista difundía, absolutamente verídicos, “Son hechos tan crueles que, si nosotros tratáramos de inventarlos, no nos saldrían casos tan terribles”.

La nota principal de EL INFORMADOR, el domingo, lo subraya: las noticias sobre “decapitaciones, agresiones directas, cientos de cartulinas y mensajes de amenazas junto a cuerpos desmembrados”, a las que habría que agregar las referentes a balaceras, fosas clandestinas —las ya descubiertas y las aún por descubrir— y desapariciones de personas que jamás se aclaran, colocan a México en el duodécimo lugar entre los países más violentos del mundo.

¿México, un país con tantas riquezas, tanta cultura y tanta historia, y que se lleva de piquete de ombligo con la muerte…?

Pues sí…

ENTRE VERAS Y BROMAS
Jaime García Elías 
 

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