- Tamaliza
Pocos lo reconocerán abiertamente -aunque la filtración a la prensa del texto de la “Carta Compromiso” distribuido entre los selectos invitados a la tamaliza del miércoles en Palacio Nacional, puede ser sintomático de que al menos uno (el que filtró el documento) reprobó las formas, por decir lo menos-, pero es de suponerse que varios de ellos, en el momento en que el mago les hizo el truco que ha compartido con la aprehensión en España de Emilio Lozoya el rango de la noticia de la semana, lo habrá pensado: que se trató de un golpe bajo; de una burda coacción moral; de una variante de los “pases de charola” -muy usuales en vísperas de campañas electorales, sobre todo- de los viejos, buenos tiempos del priato; de lo que, zalamerías aparte, en los bajos fondos se conoce, en su acepción peyorativa, como perrada: “Acción villana que se comete faltando bajamente a la fe prometida o a la debida correspondencia”.
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La selecta concurrencia estaba, hasta cierto punto, sobre aviso: la invitación llevaba el laudable propósito de solicitar su colaboración para llevar a feliz término la comedia de enredos, que sería ocioso platicar de nuevo, mundialmente conocida como “la rifa del avión presidencial”...
Podrá decirse que la intención de realizar el sorteo “en beneficio de la asistencia pública, hospitales y adquisición de equipo médico” -como reza el texto filtrado de la “Carta Compromiso”- a favor de los mexicanos más pobres y más desprotegidos en materia de salud, legitima la maniobra. Sin embargo, la forma, no precisamente de conseguir ese objetivo altruista sino de hacer el quite al organizador de la rifa, tuvo que ser discurrida por una mente perversa… Sería ingenuo suponer que si no se les hubiera exhibido al difundirse la lista de prominentes invitados, muchos de ellos hubieran accedido a desembolsar gustosamente el costo de un “cachito” o incluso uno o varios “enteros” -hay quienes acostumbran regalar billetes de la Lotería a sus familiares o amigos-, y mucho menos los 20, 50, 100 ó 200 millones de pesos planteados como opciones en la dichosa carta, en el entendido de que no hacerlo podría traerles dolorosas consecuencias.
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Colofón: Por lo pronto, la famosa 4T ya tiene en su haber, con toda seguridad -reconózcaselo o no la Casa Guinness con el correspondiente galardón-, el récord, orgullosamente mexicano, correspondiente al convivio en que se sirvieron los tamales más caros del mundo.