- “¡Suben, suben…!”
Los hay rojos; los hay verdes; se les ve por todas partes… Nadie osaría poner en tela de duda, pues, que hay autobuses urbanos (que de eso se trata; no de tamales, como podría pensarse) relativamente nuevos, circulando por las calles de Guadalajara.
Sin embargo, nadie se atrevería, tampoco, a sostener que en el curso del sexenio que ya va de salida hubo alguna mejoría significativa en ese servicio público. Los embotellamientos sistemáticos, los colapsos viales cada más frecuentes, el incremento continuo de los tiempos de traslado tanto de los usuarios del democrático camión como de los automovilistas, son señales inequívocas de que en la Zona Metropolitana de Guadalajara, en esa materia, los humanos avanzan… como los cangrejos.
-II-
Las informaciones más recientes, en ese rubro, se relacionan con las tarifas. El Comité Tarifario, creado con la sana intención de que realice sistemáticamente los ajustes pertinentes, en función de los incrementos en los insumos básicos -combustibles, llantas, refacciones, salarios de los conductores…-, tuvo a bien autorizar, en agosto pasado, un aumento… que el Gobernador del Estado, a su vez, “en uso de sus atribuciones”, decidió revocar, condicionando su aplicación a “la transformación total del transporte al modelo de Ruta Empresa”.
El modelo referido, impuesto por la autoridad estatal, se relaciona con el aspecto empresarial de un servicio concesionado a particulares, como es público y notorio. El esquema tiene sus bondades, ciertamente… pero en la práctica no se traduce en ninguna mejoría significativa en el servicio que reciben los usuarios. La renovación de las unidades y el cumplimiento de ciertas normas técnicas que supuestamente deben redundar en mayor seguridad y mayor confort para los pasajeros, son mejorías mínimas, cosméticas, insignificantes, en la calidad del servicio.
-III-
La reestructuración de las rutas, prometida durante las campañas electorales de hace seis años, se aplazó… para cuando opere la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano, aún en construcción.
Así, la posibilidad de articular de una manera más racional y más eficiente (o, mejor dicho, “de una manera racional y eficiente”) todo el sistema de transporte público, quedará -por enésima vez- como herencia para la próxima administración… Ya se verá si en ella sí se entiende que las tarifas no pueden manejarse a capricho ni aplicarse al gusto del cliente, pero todo lo relacionado con la calidad del servicio -todo, subrayémoslo- depende de que la autoridad, asumiendo su papel, lo exija a los concesionarios… so pena de cancelarles las concesiones.