- Ruido al chicharrón
Son, salvo prueba en contrario, casos típicos de lo que técnicamente se denomina “buscarle ruido al chicharrón”…
Se trata de dos recientes notas periodísticas; una, que “bares de Guadalajara ‘olvidan’ la sana distancia por pandemia” (EL INFORMADOR, VI-12-21, pp. 1 y 4-A); otra, la “Marcha del Orgullo” gay, etc., del sábado por la tarde, en calles céntricas de Guadalajara, y en la que participaron unas ocho mil personas.
-II-
Se trata, en ambos casos, de actividades absolutamente lícitas. La primera porque, como apuntaba una vecina entrevistada, “la gente tiene necesidad de desestresarse y salir”, por lo que en el Corredor Chapultepec, sobre todo los fines de semana, la concurrencia es nutrida... En tiempos idos, el ingreso a bares y cantinas tenía limitaciones de las que advertían rótulos muy visibles: “Prohibida la entrada a boleros, militares, vendedores ambulantes, mujeres y menores de edad”. Actualmente, a causa de la pandemia, se supone que las restricciones para ingresar a “antros” y similares, son otras: toma de temperatura, uso de sanitizantes o gel antibacterial a la entrada, y aforos reducidos a la mitad del cupo autorizado en circunstancias normales.
En cuanto a la marcha, puesto que la Constitución garantiza (Art. 9º.) “el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito”, el único posible reparo consistiría en que, también a causa de la pandemia, los participantes en dichas reuniones tuvieran a bien atender las recomendaciones básicas de las autoridades sanitarias: utilizar el cubrebocas y guardar, hasta donde fuera posible, la “sana distancia”, para reducir el riesgo de contagios.
-III-
En la práctica, tanto las notas periodísticas como las gráficas que las ilustran, al igual que la experiencia de quienes han concurrido a bares o participado en marchas, coinciden en que las medidas profilácticas rara vez se acatan. Tanto los inspectores municipales que supuestamente realizan operativos de vigilancia en centros de reunión y ocasionalmente aplican multas o clausuras a los infractores, como los supuestos “guardianes del orden” que de ordinario acompañan a las marchas, se hacen de la vista gorda ante las evidentes omisiones e irregularidades -absolutas temeridades, en las actuales circunstancias- que ocurren frente a sus narices.
El mexicanismo del primer párrafo (“buscarle ruido al chicharrón”) -nos ilustran los entendidos- intenta advertir sobre el riesgo de hacer algo que muy probablemente tendrá consecuencias negativas o poco favorables. Lo cual -como las recomendaciones de respetar los límites de velocidad, beber con moderación y un larguísimo etcétera- solo a rareza se consigue…
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