- Refritos
Aunque se trata, en rigor, de “refritos” o “recalentados”, como prefiera denominárseles, dos temas que en días recientes han alcanzado el rango de noticias, invitan a replantear la vieja hipótesis de que “si México no existiera, lo habría inventado Franz Kafka”.
Mire usted...
-II-
Primero fue la tímida recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de “reabrir” el “Caso Colosio”, por posibles actos de tortura y supuestas violaciones a los derechos humanos del asesino confeso del que fuera candidato presidencial en 1994. Después, la “revelación”, por parte de Manuel Bartlett Díaz, entonces secretario de Gobernación y actualmente director de la Comisión Federal de Electricidad, de que la famosa pero nunca plenamente aclarada “caída del sistema” en las elecciones presidenciales de 1988, que supuestamente habría despojado del triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas en beneficio de Carlos Salinas, obedeció a un contubernio de “los dueños” del PAN con el entonces partido gobernante (PRI).
“Reabrir” el “Caso Colosio” para sancionar a quienes de alguna manera hubieran violado los derechos humanos de Mario Aburto, sería poner un parche caliente a un tema en que acaso no se supo ni se sepa nunca toda la verdad; que si las hipótesis de “los dos Aburto” y de “el segundo tirador” -más o menos razonables, más o menos novelescas- se desvanecieron en el curso del proceso, no sucedió lo mismo con la sospecha de que hubo, detrás de la mano que empuñó el arma y tiró del gatillo, uno o varios autores intelectuales del atentado.
Revelar, 33 años después, que, en efecto, se confabularon varios personajes provistos de poder político y económico para cambiar, perversa y dolosamente, el curso de la historia, perpetrando un mayúsculo fraude electoral que burló la voluntad popular expresada en las urnas, y hacerlo cuando ni puede enmendarse el atraco ni sancionarse a los autores de delitos electorales confesados por uno de sus autores -o cómplices, al menos -cuando han prescrito, confirma la convicción generalizada de que la política, en este país, es una cloaca..., y quienes han hecho de ella su modus vivendi -salvo honrosísimas excepciones-, unos malhechores en toda la extensión de la palabra.
-III-
Colofón: Mariano Azuela, en “Los de Abajo”, puso en boca de Alberto Macías estas palabras: “¡Qué chasco, amigo mío, si los que venimos a ofrecer (...) nuestra vida misma (...), resultásemos los obreros de un enorme pedestal donde pudieran levantarse cien o doscientos mil monstruos (...)! ¡Pueblo sin ideales, pueblo de tiranos...! ¡Lástima de sangre!”.
Fue profeta.
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