- “Plaza Guadalajara”
Lo de menos sería determinar cuántas administraciones municipales han transcurrido -¿cuatro, cinco…?- desde que se decidió “reactivar” como espacio público el subterráneo de la antigua Plaza de los Laureles, rebautizada como “Guadalajara” en 1992, a raíz de los fastos conmemorativos del 450 aniversario de la fundación de la ciudad…
Lo esencial es señalar que ese proyecto, realizado con la correspondiente inversión de dinero del pueblo, resultó fallido. Que no dio los resultados apetecidos como alternativa para reubicar a los vendedores ambulantes que se habían apoderado prácticamente de todas las calles del Centro Histórico, “peatonalizadas” desde la creación de la Plaza Tapatía, hace 50 años, como lo demuestra el hecho de que el ambulantaje -como Johnny Walker- “sigue tan campante”, ni -lo más importante- se consiguió “dignificar” uno de los espacios potencialmente más atractivos (para los visitantes) y exitosos (para los inversionistas) de la zona.
-II-
Si las administraciones municipales más recientes vieron languidecer, frente a sus propias narices -literalmente- un proyecto predestinado al fracaso por la falta de visión, imaginación o creatividad de sus autores y de las mismas autoridades, la actual se ha propuesto inyectarle 24 millones de pesos para “rescatarlo”. Se señala que la idea original consistió en habilitar 355 espacios, y que a la fecha sólo operan -en condiciones deplorables por falta de visitantes ante lo desagradable del espacio-, 190 establecimientos. Se pretende atraer a otros 163 comerciantes -que tantos espacios disponibles hay-, con la perspectiva de que la conexión de la Plaza con la Estación Catedral (en construcción) de la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano les resulte interesante.
-III-
A reserva de que los hechos den la razón a las actuales autoridades, se vale -con el debido respeto- lamentar que de nueva cuenta la visión, la imaginación y la creatividad de quienes gobiernan la ciudad, brillen por su ausencia…
El potencial del espacio, dada su ubicación privilegiada (en pleno corazón de Guadalajara), se antoja extraordinario. Un sitio que pudiera ser un atractivo adicional de la ciudad y un oasis para los visitantes, turistas o lugareños -como lo fueron hasta cierto punto, en su tiempo, “Los Subterráneos” (Juárez y 16 de Septiembre y Juárez y Colón)-, con cafeterías, restaurantes y venta de artesanías y dulces regionales, por ejemplo, seguirá siendo, por lo que se infiere, un lamentable monumento... tanto a la indigencia conceptual de las autoridades como a la penuria empresarial de los potenciales inversionistas.
¡Qué pena…!