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- Paseo Alcalde

Podrá decirse que “a paso de tortuga”, pero la reconversión de la antigua Avenida en Paseo Alcalde, camina…

Quedaron atrás las protestas de los vecinos de las calles paralelas hacia las que se desviaron las rutas del transporte público. Y aunque aún se dejan oír algunas voces alarmistas acerca de las afectaciones que pudieran resentir construcciones históricas y emblemáticas como la Catedral, iglesias como el Santuario de Guadalupe, San José, Aránzazu y San Francisco, los palacios de Gobierno y Municipal y algunas de las escasas fincas notables por su valor histórico o arquitectónico una vez que entre en operación la sección subterránea de la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano, es innegable que el cambio en la fisonomía de la arteria ha sido para bien.

-II-

Con la intención de darle una nueva vida a la zona y a su área de influencia, haciéndola atractiva, ha habido afanes loables. Uno, las actividades programadas con motivo de la reciente celebración del 478 aniversario de la fundación de Guadalajara. Otro, una serie de conciertos de música sacra programados en varias de las iglesias señaladas.

En ambos casos, la evidente -y expresa, además- intención de los promotores de esas actividades (la autoridad municipal en un caso, un grupo de particulares integrados en una  comisión en el otro), consiste en evitar que la transformación de la arteria la convierta, para mal, en una réplica de la Avenida Chapultepec, en la que alternan, en mescolanza barroca, la promoción comercial de la cultura -venta de libros y artesanías, etc.- y el consumo del alcohol.

-III-

El concepto visual de la metamorfosis de la que fuera arteria contaminada, intransitable y ruidosa, es encomiable. La proyectada “calle compartida” en que peatones, ciclistas y tránsito local convivan amablemente (paseoalcalde.guadalajara.gob.mx), en el papel -o, mejor dicho, en la pantalla-, es irreprochable: espacios amplios, andadores sombreados, arbolado a profusión, mobiliario urbano renovado y limpio, fuentes saltarinas, fachadas remozadas…

Faltan, sin embargo, los deseables atractivos que, en el aspecto económico, le den vida a la zona: cafeterías, fuentes de sodas, restaurantes, cenadurías, neverías como muchas de antaño que se hicieron legendarias y que por razones obvias se desterraron o de plano desaparecieron. Falta que sean más notorias la presencia policiaca y demás señales de que en la zona puede haber la seguridad y el orden que alguna vez la caracterizaron.

Pedir que volviera a haber la vida de barrio de los viejos tiempos… es demasiado pedir.
 

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