- Palos de ciego
Por desgracia, la canija realidad no siempre es como sale en las películas… ni como la retratan las declaraciones de los políticos.
El caso de la familia LeBarón, por ejemplo…
-II-
En “la (inefable) mañanera” de ayer, se refirió que en el encuentro del lunes con representantes de las familias a las que pertenecían las tres mujeres y seis niños de la comunidad mormona asesinados hace un mes en la sierra entre Sonora y Chihuahua, el supremo Gobierno (“que no se equivoca nunca”, diría, sarcástico, Pito Pérez) les informó que éste “comenzó a actuar desde las primeras horas (…), porque a lo mejor pensaron -acotó- que nos habíamos quedado paralizados”. (Sospecha insostenible, desde luego, tras el antecedente del rocambolesco “Culiacanazo”).
La realidad, como la refirieron los allegados a las víctimas, fue diferente. Tras el ataque, uno de los niños sobrevivientes ocultó a los demás y caminó kilómetros para dar cuenta de lo ocurrido. Cuando llegaron sus familiares, encontraron los vehículos y los cadáveres que estaban en el interior, calcinados. Las autoridades, según estimaciones de los testigos, comparecieron ¡ocho horas después de los sucesos!, y explicaron que no enviaron el helicóptero que desesperadamente solicitaban los primeros adultos que llegaron… “porque no tenían gasolina”.
-III-
En vísperas del encuentro de los familiares con el Presidente López Obrador y el Gabinete de Seguridad, trascendió que habían sido detenidos y arraigados cuatro individuos, presuntos participantes en el cobarde y proditorio ataque. Familiares de dos de ellos realizaron manifestaciones para protestar porque se estaba incriminando a personas ajenas a los hechos… Para entonces, se supone que tanto las autoridades locales y federales como agentes del FBI designados por el gobierno norteamericano -por la doble nacionalidad de las víctimas- para “coadyuvar en las investigaciones”, habían hecho algunos progresos que -obviamente- se mantuvieron en reserva “para no entorpecer las investigaciones”.
Por lo que se infiere, el método “científico” de tales investigaciones consiste en presionar sicológicamente y someter a interrogatorios -en que es fama pública que se aplica la tortura física- a personas presuntamente vinculadas con la organización delincuencial a la que se atribuye el ataque, para que den pistas y nombres… hasta que alguien “suelte la sopa”.
Como no funcionen los palos de ciego que, según todos los indicios, se están aplicando, es probable que también este caso, excepcional por el impacto social que generó, concluya como la mayoría de los delitos que se cometen en este país: con la impunidad.