- Normas... y candados
Los vecinos de El Salto, Juanacatlán y Tonalá que participaron en la reciente manifestación ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) y plantearon una serie de demandas relacionadas con la contaminación del Río Santiago, no lo hicieron, ciertamente, en nombre de la necedad o la ignorancia (como “los opinadores profesionales que escriben cosas sin saber”), ni “para justificar su trabajo y su cheque” (como los autores o los responsables de la “macro-recomendación” de la misma CEDH en 2009). Lo hicieron en nombre de su experiencia; de las enfermedades que ellos mismos o sus familiares han padecido a consecuencia de su entorno; lo hicieron en nombre de las muertes de familiares o vecinos, atribuidas a las mismas causas por estudios serios, elaborados a partir de la preocupación social por esos fenómenos.
-II-
Descalificar u ofender a los críticos, poco o nada aporta a la solución de los problemas. Las realidades indeseables no se resuelven mediante arrebatos verbales… La solución exige, por una parte, emprender las acciones remediales que al parecer las autoridades civiles -el Gobierno del Estado, particularmente- ya realizan: la instalación de plantas de tratamiento de las aguas residuales, industriales y domésticas, por ejemplo. Por la otra, que se reglamenten puntualmente las condiciones en que las empresas ubicadas en la zona deben descargar sus aguas; (el estudio realizado en 2009 por la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, con el respaldo de Greenpeace, en la Cuenca del Ahogado, consignaba la presencia de metales pesados -arsénico, cadmio, cianuro, cromo, mercurio, níquel y plomo-, amén de otras sustancias tóxicas). Y es importante, sobre todo, que las autoridades dispongan del personal suficiente y los mecanismos adecuados para hacer cumplir las reglas de operación que se establezcan; que se pongan los candados necesarios para asegurarse de que, en ningún caso, las leyes se violen o las normas se relajen.
-III-
De acuerdo: basta tener dos dedos de frente para entender que los resultados no se verán de la noche a la mañana… Como en el caso de cualquier enfermedad, no basta con el diagnóstico ni con la correspondiente prescripción para que el paciente recupere la salud. El proceso tiene que ser gradual, y eventualmente puede ser lento.
Sin embargo, por buenas que sean las intenciones, por adecuados que hayan sido los pasos iniciales, aún no se puede descalificar a los críticos -especialmente a los que han desempeñado honestamente ese rol-… ni, mucho menos, cantar victoria.