- “No pasarán”
Si alguna esperanza había de que a Donald Trump se le ablandara el corazón y abriera en la frontera sur de los Estados Unidos al menos una rendija por la que pudieran colarse al paraíso del “sueño americano” los siete mil integrantes de “La Caravana” que salió de Honduras y recorrió ya 700 de los cerca de tres mil kilómetros de la ruta que los llevaría a su ilusorio destino, la respuesta, contundente, ya salió desde la oficina oval de la Casa Blanca en Washington: “No pasarán”.
-II-
Trump, en su más reciente pronunciamiento, fue más lejos que el general francés Robert Nivelle, a quien se atribuye haber empleado la frase de referencia como consigna a sus soldados previo a la Batalla de Verdún, en la Primera Guerra Mundial. El mandatario norteamericano, según las más recientes versiones de prensa, dispuso el envío de 800 soldados, que reforzarían al contingente de dos mil 100 miembros de la Guardia Nacional -dependientes de los estados y al mando de los gobernadores- desplegados actualmente en la frontera con México. Aunque se indica que los 800 efectivos realizarían primordialmente “labores logísticas, tales como montar tiendas (¿a guisa de campamentos…?) y proveer vehículos” (¿para devolver a los integrantes de la caravana a sus países de origen…?), la encomienda expresa de Trump es contundente: “Cerrar nuestra frontera sur”.
-III-
Un contingente integrado originalmente por siete mil personas -40% de las cuales mujeres y niños- dispuestas a dejar atrás el infierno en que el hambre, la violencia y la inacción de las autoridades eran sus tormentos cotidianos, en busca de un paraíso cuyo guardián les ha dicho en todos los tonos que -valga la reiteración- “no pasarán”, se encuentra aún, y así seguirá durante varios días, quizá semanas, en la etapa intermedia.
México, en efecto, sería su purgatorio. Un purgatorio en que penas y fatigas se atenúan un tanto por la solidaridad y el espíritu caritativo de los mexicanos que de alguna manera los alojan y los alimentan…
Empero, considerando que, en efecto, si el Gobierno norteamericano decidiera suavizar su posición -hoy por hoy intransigente- en beneficio de los siete mil integrantes de “La Caravana”, mañana llegarían otros siete mil, y pasado mañana otros tantos, y así sucesivamente, al no vislumbrarse perspectivas de un tránsito feliz del purgatorio actual al paraíso, tampoco parece haberlas de que el penoso éxodo de tantos infelices hermanos centroamericanos tenga el final feliz que todos desearían.