Ideas

- Monólogo anual

Si fue, como pretendió serlo, un Informe (el Primero constitucional; el Tercero… según los “otros datos” que él suele manejar) “al pueblo de México”, convendría que se aclararan dos cosas: 1) por qué entre los 500 invitados especiales al evento del domingo en Palacio Nacional no estaba representado, más visiblemente, el pueblo “bueno y sabio” al que con tanta frecuencia se invoca en mítines pueblerinos y “mañaneras”; ¿fue, quizá, por respetar su derecho al sacrosanto asueto dominical, y por ahorrarles a obreros, empleados, desempleados, estudiantes, burócratas, “ninis”, adultos mayores, derechohabientes del Seguro, etc., la monserga de tener que trasladarse desde sus casas, ya bañados y desayunados, en metro o en camión, hasta el Zócalo..?; si así fue, gracias; y 2) ¿qué impacto tuvieron en ese “pueblo”, hipotético destinatario del Informe, los rotundos mensajes -ideológicos, principalmente- incluidos a profusión en el mismo…?; ya lo dirán las encuestas.

-II-

Por lo pronto, habida cuenta de que el tradicional monólogo anual del Jefe de la Nación sigue siendo tema obligado, habría que insistir en que el margen de aprobación ciudadana (70% en números redondos) se explica por el crédito a la palabra que el pueblo le otorgó en las urnas hace 14 meses, por considerar que era, entre las disponibles en las boletas electorales, la mejor opción. Conformes: ni Roma se hizo en un día... ni el “cochinero” que recibió de las administraciones “neoliberales” y “la mafia del poder” precedentes, se limpia en nueve meses.

Convendría que se justificara, por cierto, la insistencia en que “al margen de la ley, nada, y por encima de la ley nadie”, si la criminalidad -es decir, la violación sistemática de la ley-, lejos de decrecer, se incrementa notoriamente, y si la impunidad (la incapacidad gubernamental para investigar delitos -incluidos algunos tan sonados como los recientes en Uruapan, Coatzacoalcos y Tepalcatepec-, e identificar, procesar y sancionar delincuentes) se mantiene en los acostumbrados, escandalosos niveles de ineficacia casi absoluta.

-III-

Más allá del triunfalismo, la autocomplacencia y el autoritarismo -que también caracterizaron, por lo demás, a la casi totalidad de los tlatoanis sexenales que registra la historia de este bendito país-, está la posible validez de los planteamientos (que no necesariamente ataques) de sus críticos (que no necesariamente adversarios, ni mucho menos enemigos).

Al fin del cuento, “el juicio de la historia” -que dijera Fidel Castro- pondrá a cada quién en el lugar que le corresponde. Sin falta.

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