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- ¿Memorándum mata ley?

“Sépanlo de una vez y para siempre los súbditos del soberano que reside en Palacio Nacional, que nacieron para callar y obedecer, y no para discutir las disposiciones, ocurrencias o caprichos del susodicho…”.

No lo dicen las notas periodísticas, pero es obvio que así podría rezar, parafraseando la célebre frase del virrey Marqués de Croix, a manera de postdata, el memorándum mediante el que el Presidente López Obrador ordenó a los secretarios de Gobernación, Educación y Hacienda pasarse las leyes -de la Constitución p’abajo- por lo que los fifís llamarían “el arco del triunfo”, dejar sin efecto la (“mal llamada”, según él) Reforma Educativa que desde 2013 forma parte del cuerpo de leyes, y reinstalar, a la soberana Ley de sus Pistolas, a los maestros cesados en la administración (“corrupta” y “neoliberal” obviamente) anterior.

-II-

Extraña un desplante de ese calibre por cuenta de quien protestó “cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan”. Sorprende un gesto así, propio de un autócrata, por parte de quien proclamó -aún resuenan los ecos de sus palabras- que “al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”.

Puesto que el famoso -amén de disparatado y aberrante- memorándum carece de fundamentación jurídica (no cita los preceptos legales en que se apoya), además de que atropella frontalmente, entre otros, los artículos 29 y 49 constitucionales, es previsible que de las impugnaciones que seguramente promoverán las fracciones de oposición en la Cámara de Diputados, se desprenda una resolución de la Suprema Corte de Justicia que ponga en su lugar al Presidente de la República. Cuando eso suceda -si no es que antes él mismo, consciente de su pifia o debidamente asesorado, hace lo conducente para sacar el choclo que esta vez metió hasta la ingle- se comprobará, por una parte, que en México (aunque en tantos aspectos no lo parezca) está vigente el Estado de derecho; por la otra, que el actual titular del Poder Ejecutivo, con todas las virtudes que seguramente tiene y algunas más que el servilismo de sus incondicionales quieren agregarle, tiende, con mucha más frecuencia de la recomendable, a asumir actitudes autoritarias, prepotentes, atrabiliarias y autocráticas.

-III-

El incidente, por lo demás, deja claro que la prioridad del Presidente es honrar sus compromisos con la facción más violenta y retrógrada del gremio magisterial..., y no, como debiera, anteponer el interés superior de la educación de los niños mexicanos.

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