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- “Mejor poco y tarde...”

La promesa de que la Comisión Nacional del Agua y los gobiernos de Jalisco y Guanajuato unirían esfuerzos para aliviar los problemas de abasto de agua para Guadalajara y León, data de 1997; hace 25 años, pues. Por otra parte, para aliviar los problemas de transporte público en la Zona Metropolitana de Guadalajara, el gobernador Enrique Alfaro aseguró hace casi tres años (EL INFORMADOR, V-23-2019) que el proyecto de la Línea 4 del Tren Eléctrico Urbano que iría de Guadalajara a Tlajomulco, sería “un proyecto menos complicado que la Línea 3”; ofreció iniciar a obra en 2020, y dijo confiar en terminarala “en un máximo de tres años”...

-II-

Probablemente acertó el anónimo autor del adagio según el cual “Las obras de Palacio van despacio”, porque fue hasta ayer, tras entrevistarse con el Presidente López Obrador en Palacio Nacional, que el gobernador anunció que el único ciudadano de este bendito país que dice “¡Juímonos...!”, tuvo a bien autorizar la inversión de seis mil millones de pesos en la construcción del acueducto Tlajomulco-El Salto-Calderón, que dotaría de un metro cúbico por segundo más de agua a Guadalajara, y de otros nueve mil millones en la proyectada Línea 4 del Tren Ligero que conectaría la estación Fray Angélico del macrobús con Santa Fe y el Circuito Metropolitano Sur.

Ambas obras, de concretarse, significarían, ciertamente, estimables alivios para carencias y razagos que Guadalajara arrastra desde hace medio siglo, por lo menos. Difícilmente, en cambio, serán soluciones propiamente dichas: ni en materia de abasto de agua para una mancha urbana que se sigue desparramando hacia todos lados y ahora también crece brutalmente hacia arriba, lo que acrecienta la demanda, ni en materia de movilidad para los miles de habitantes de los cientos de colonias que parecen haber surgido por generación espontánea.

-III-

Todos los proyectos de los últimos años, desde las presas de El Zapotillo y El Purgatorio y el metro para Guadalajara (gestionado por el entonces gobernador Medina Ascensio, prometido por el entonces Presidente Díaz Ordaz y abortado a raíz de los conflictos de 1968 y 1971), han derivado, invariablemente, en acciones tardías y mediocres. Lo demuestran las carencias y racionamientos de agua en los meses más calurosos del año, y las penurias cotidianas de los miles de personas que tienen que resignarse a un transporte público plagado de deficiencias.

Pero, como luego dicen, siempre será mejor poco que nada... y siempre será mejor tarde que nunca.

jagelias@gmail.com

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