Ideas

- Medicinas... y remedios

Se trata de una regla básica de la economía: “Detectar una necesidad y aportar el satisfactor”. En esa tesitura, así como los vendedores de guantes, gorros y bufandas aparecen en escena, como por generación espontánea, en cuanto bajan las temperaturas, y los vendedores de impermeables y paraguas hacen lo propio en cuanto caen las primeras gotas de lluvia, es lógico que otro tanto ocurra, conforme la mancha urbana se desparrama, con los vehículos -combis, mototaxis, automóviles particulares o lo que sea- que, irregulares, inseguros y todo lo que se quiera, satisfacen una necesidad y aportan un servicio básico para la población al cumplir la función de rutas alimentadoras del transporte público.

-II-

Lo que ahora sucede con “camionetas irregulares, incluso con placas de otros estados como Aguascalientes y la Ciudad de México, (que) operan en los alrededores de la estación Periférico Sur de la Línea 1 del Tren Ligero” (EL INFORMADOR, I-11-22, p. 1-A), sucedió en el pasado con “decapeseras”, “peseros”, “minibuses”, “mototaxis” e infinidad de modalidades surgidas del ingenio del mexicano y su capacidad para poner parches, hacer remiendos e improvisar soluciones: una capacidad que va de la mano con la lentitud de las “h.” autoridades para detectar necesidades sociales, su escasa capacidad y limitados recursos para subsanarlas.

Las susodichas autoridades, quizá sensibles con respecto a dichas necesidades pero incapaces de satisfacerlas con ventajas para los potenciales usuarios, se limitan a reprobar, descalificar, combatir, perseguir y tratar de erradicar lo que, partiendo de la premisa de que “a falta de medicinas, buenos son remedios”, el ingenio y la iniciativa de los ciudadanos discurre e implementa.

Retirar a los vehículos que acercan a la gente a las rutas ordinarias del transporte público, es combatir una práctica irregular, ciertamente..., pero al condenar a la población a caminar o a solicitar un servicio más costoso, no resuelve su problema.

-III-

Las cuantiosas inversiones de fondos públicos realizadas en las grandes ciudades para proporcionar servicios de transporte como metro, tren ligero, macrobús, trolebús y similares, plausibles ciertamente, nunca resuelven a plenitud las necesidades de toda la población. En ese sentido, ninguna fórmula es perfecta. Ninguna es capaz de llevar a todo mundo de la casa a la escuela o al trabajo. Todas tienen limitaciones. Todas requieren de esfuerzos o servicios complementarios...

La conclusión es que la solución del problema tiene que pasar, gradualmente, de la tolerancia de los métodos que el ingenio de los ciudadanos discurre, a su reglamentación.

jagelias@gmail.com
 

Síguenos en

Temas

Sigue navegando