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- Masacres e impunidad

Si masacre es, por definición, “matanza de personas”; si por impunidad se entiende “calidad de impune”, y por impune la conducta ilícita “que queda sin castigo”, es obvio que masacres e impunidad son, en México, el pan de cada día... aunque el discurso oficial se aferre a sostener -no ingenua sino, por el contrario, dolosa, perversamente- que vivimos en el mejor de los mundos imposibles, mientras la maldita realidad nos restriega en la cara horrendas, dolorosas, cotidianas pruebas de lo contrario.

-II-

El deseable final feliz del episodio del domingo pasado en San José de Gracia, Michoacán, consistiría en que las 17 personas a las que un grupo de individuos armados obligó a salir del velorio en que participaban para posteriormente -como mostraban los videos difundidos en las redes sociales- formarlas, de espaldas a la pared, y dispararles desde la acera opuesta, reaparecieran ilesas; que se había tratado de un simple simulacro; que tanto los presuntos asesinos como las supuestas víctimas participaban voluntariamente en una mascarada; que se les había “fusilado” con balas de salva; o que milagrosamente ninguno de los disparos que se escucharon había causado heridas graves, ni mucho menos mortales..., y que, para completar el deseable desenlace fársico del suceso, hasta el difunto que estaba siendo velado -como Lázaro, según el relato evangélico- “se levantó y andó”.

Por desgracia, es poco probable que nada de eso ocurra. Es probable que el fusilamiento haya sido real, y que los cadáveres de las víctimas aparezcan y sean identificadas... Es poco probable, en cambio, porque la ineptitud de las autoridades encargadas de esclarecer delitos y castigar delincuentes alcanza niveles de escándalo (las cifras oficiales señalan que el 94% de los delitos que se cometen en México quedan impunes), que las “líneas de investigación” que invariablemente ofrecen abrir las susodichas autoridades, determinen posibles móviles; que tanto sus interrogatorios como las eventuales delaciones de actores o testigos del episodio apunten hacia posibles autores intelectuales y materiales de la masacre; y es aún menos probable que algún día sean identificados, aprehendidos, sometidos a proceso y sentenciados siquiera algunos de los culpables.

-III-

En lo que eventualmente se despejan al menos algunas incógnitas, cabe preguntar si es un consuelo saber que “en México no hay guerra” o que esas masacres son “ajustes de cuentas entre bandas de delincuentes”... Y, de paso, si no raya en la ingenuidad -por decirlo amablemente- el buen deseo de que algún día cese esta pesadilla.

jagelias@gmail.com

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