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- “Macabros hallazgos”

A ver: aún no se tiene la certeza absoluta de que sean de humanos los restos encontrados -hasta ahora-, tras una semana de diligencias, en 68 bolsas, en Tlajomulco y otros puntos de Jalisco, por madres de familia de Sonora, Querétaro, Puebla, Jalisco y otras entidades, que buscan afanosamente a sus hijos e hijas desaparecidos. Tampoco se sabe si ya se han practicado los exámenes orientados a identificar plenamente a las víctimas. Se ignora, por tanto, en qué medida tales macabros hallazgos corresponden a algunas de las miles de personas cuya desaparición fue denunciada en su momento ante las autoridades. Tampoco se tiene una noción de dónde pudieran haber sido sepultados clandestinamente más restos humanos. Por supuesto, se desconoce quiénes, en qué circunstancias y por qué motivos perpetraron los correspondientes crímenes

Lo que sí se sabe, en cambio, porque las evidencias lo demuestran, es que las madres buscadoras hicieron, en unos días, lo que las “h.” autoridades, en los años, meses o semanas transcurridos desde que hicieron las correspondientes denuncias, no han sido capaces de hacer.

-II-

En las declaraciones de las mujeres que hicieron los siniestros hallazgos en algunas de las fincas abandonadas o lotes baldíos que abundan en los arrabales de Guadalajara, hay dos constantes: una, el dolor; otra, la convicción de que las autoridades han sido negligentes...

Sin ánimo de exculparlas, quizá “negligencia” (“descuido, omisión, falta de aplicación”, acaso por falta de voluntad) no sea el vocablo más apropiado. Quizá se trate de simple incompetencia, que las susodichas autoridades podrán atribuir a “falta de recursos”, o escudarse en el pretexto de que la incidencia de ese fenómeno las ha rebasado.

Las desapariciones no ocurren como por arte de magia. Muchas, en efecto, corresponden a privaciones ilegales de la libertad; a secuestros, pues. Otras son voluntarias, ocasionadas por desavenencias familiares, por afán de aventura o por motivos sentimentales. En un porcentaje significativo de los casos, las personas desaparecidas regresan sanas y salvas al seno de sus familias; otras -las menos- son rescatadas o escapan de sus captores.

-III-

Más allá de las explicaciones que puedan dar los responsables (es un decir) de los organismos encargados de procurar justicia (es otro decir), quizá sería pertinente que éstas, en un rasgo de humildad, pidieran asesoría a las madres buscadoras: “¿Qué fue lo que ustedes hicieron, señoras, que dio resultados (aunque no hubieran sido los apetecidos: encontrar con vida a los desaparecidos)... y a nosotros ni siquiera se nos ocurrió...?”.

jagelias@gmail.com

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