- Los Colgados
Aunque ambas son atrocidades, rotundas evidencias de que sigue vigente el “México Bárbaro” retratado en toda su crudeza por John Kenneth Turner hace más de un siglo -recreado, con variantes, para el disfrute de los morbosos, por el cine mexicano al paso de los años-, no hay ninguna conexión de fondo entre “los colgados” de la novela de Bruno Traven que fue llevada al celuloide a mediados del siglo pasado y por disposición oficial se mantuvo “enlatada” durante varias décadas, y los diez cadáveres colgados que el jueves pasado constituyeron una macabra sorpresa para los madrugadores en Cuauhtémoc, Zacatecas, y luego se convertirían en noticia nacional e internacional.
-II-
“La Rebelión de los Colgados” -la referida novela del enigmático Traven- quiso describir las injusticias y malos tratos a que eran sometidos los indígenas mexicanos a principios del siglo XX, y la lucha por su reivindicación, a través del movimiento armado que incorporó la consigna zapatista de “Tierra y Libertad” a la bandera maderista de “Sufragio Efectivo, No Reelección” que inspiró dicho movimiento. Es probable que aquella realidad, sin haberse revertido, sí, al menos, se haya atenuado; que los indígenas mexicanos del siglo XXI tengan, en general, una vida mejor que sus bisabuelos y tatarabuelos.
De los colgados de que dieron cuenta los medios la semana pasada, poco se ha vuelto a hablar. Las primeras informaciones indicaban que “todos eran masculinos, entre los 21 y los 42 años de edad”. Es probable que algunos hubieran sido identificados por sus familiares y que éstos les hayan dado, al menos, digna sepultura. Y no más.
Como en “macabros hallazgos” similares, es de suponerse que hubiera un común denominador tanto en los diez asesinatos como en la siniestra coreografía dispuesta por sus autores para enviar un mensaje a otras bandas delincuenciales... e incluso a las autoridades y a la población en general. Como en los casos similares (cabezas arrojadas al interior de una cantina; otros cadáveres colgados de puentes peatonales en ciudades importantes; una familia -mujeres y niños incluidos- masacrada en una carretera vecinal...), no pudo tratarse de hechos aislados.
-III-
Necesariamente la autoría de tales brutalidades corresponde a organizaciones dedicadas a actividades ilícitas, de las cuales -así como de la identidad de algunos de sus integrantes- casi seguramente deben tener claras nociones las autoridades.
La inacción y el silencio -la impunidad, al cabo- serían, salvo prueba en contrario, indicios de complicidad o contubernio... más que de simple incompetencia.
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