Ideas

- Inercia funesta

Si en Guanajuato es casi un segundo Himno Nacional la rapsodia de José Alfredo Jiménez según la cual “La vida no vale nada” -botón de muestra, los veintitantos asesinatos recientemente perpetrados en un centro de readaptación clandestino en Irapuato-, en Jalisco, en esa misma materia, no se cantan mal las rancheras...

-II-

El más reciente episodio relacionado con el descubrimiento de fosas clandestinas se quedó -porque aún no concluye- en que el Servicio Médico Forense encontró 104 cuerpos segmentados en un predio urbano en El Mirador II, del Municipio de Tlajomulco, en los suburbios de Guadalajara. Es posible que algún día se sepan los nombres de algunas de las personas cuyas vidas terminaron de manera tan horrenda. Difícilmente se conocerán, en cambio, las causas de los crímenes..., y más difícilmente se identificará, procesará y aplicará a sus autores “todo el peso de la ley”.

De hecho, ya pueden irse contando las horas o los días que transcurran hasta que haya más “macabros hallazgos” similares. Los fenómenos criminológicos que culminan de esa manera, forman parte de una inercia funesta que no muestra visos de modificarse. Antes del episodio de El Mirador II, se sabía (“El Universal”, VII-22-20) que en 2019 se encontraron 272 cuerpos en circunstancias similares, y que de enero a mayo de 2020 se encontraron 215 cadáveres en nueve fosas.

-III-

En ese lapso -menos de dos años-, “el supremo Gobierno, que no se equivoca nunca” (Pito Pérez dixit) no ha conseguido mayores avances en esa materia. No disminuyen los delitos. No se persigue con atingencia a los delincuentes. No se aplican estrategias orientadas a reducir la incidencia de esos crímenes. No se toman medidas orientadas a disuadir esas conductas, esclareciendo eficazmente los delitos y sancionando severamente a sus autores.

Los potenciales delincuentes no respetan a la sociedad ni acatan la ley porque no temen a la autoridad. Saben que la impunidad es la regla; que, por ineptitud de los investigadores, por torpeza de los procuradores -las frecuentes “faltas al debido proceso” que se resuelven en la pronta liberación de presuntos malhechores- o por corrupción de los jueces, el brazo de la justicia nunca los alcanzará...

Todo se reduce a reiterar pronunciamientos ridículos, blandengues, sacados de manuales de auto-ayuda: “abrazos, no balazos”...; “la violencia no se combate con violencia”...; “pórtense bien, para que sus mamis no los regañen...”; “fuchi, guácala...”.

Colofón: ¿así se cumple la “protesta” de “cumplir y hacer cumplir la ley”...?

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