Ideas

- Hechos... y dichos

Si por noticia se entiende tanto “la divulgación o publicación de un hecho” como “el hecho divulgado” en sí, el chapuzón cotidiano en periódicos y demás medios de comunicación deja la sensación de que las noticias, en México, en los tiempos que corren, encajan, casi todas, en dos categorías: una, la dominante, la que más llama la atención de la población en general, los crímenes: asesinatos, robos, secuestros, enfrentamientos, balaceras y ahora hasta fusilamientos masivos...; otra, los dichos del gobernante en turno: principalmente, su personalísima versión de cómo avanza, a grandes pasos, la metamorfosis -o como prefiera denominarse- del país pletórico de miserias, injusticias y carencias que padecieron las generaciones pretéritas, en la versión mejorada del Paraíso de nuestros primeros padres (perdido por culpa de las insidias de una serpiente a todas luces neoliberal) que supuestamente heredarán las futuras generaciones.

-II-

Lo normal, en un país civilizado, es que tras un hecho delictivo que alcanza el rango de noticia -la incursión de un francotirador en una escuela o un centro comercial, por ejemplo-, unas horas después, o al día siguiente en el peor de los casos, se difunda la información complementaria: la identidad del agresor, su captura -o suicidio- y los móviles de su conducta criminal.

En México, por contrapartida, como se ha visto en sucesos tan notorios -y relativamente recientes- como la matanza de los 43 normalistas de Ayotzinapa, en Guerrero, en septiembre de 2014; la masacre de la familia LeBaron, en Sonora (hubo nueve víctimas: tres mujeres y seis niños), en noviembre de 2019; el asesinato del ex gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, en Puerto Vallarta, en diciembre de 2020, o el fusilamiento de 17 personas, en San José de Gracia, Michoacán, hace dos semanas -por no hablar de episodios similares ocurridos asimismo en fechas recientes en Guanajuato, Zacatecas o Colima-, la respuesta de las autoridades encargadas de perseguir delitos y sancionar delincuentes ha sido mínima, por no decir que lamentable o irrisoria.

-III-

En cuanto a la promoción incesante de los pretendidos logros de la administración, las reacciones se circunscriben, de ordinario, a una encarnizada guerra verbal, en los medios y en las redes sociales en boga, en que abundan ofensas, insultos y descalificaciones, en tanto que los argumentos -deseables en toda polémica civilizada, a partir de la premisa de que “de la discusión nace la luz”- brillan por su ausencia.

Colofón (con la venia de Cristina Pacheco): “Aquí nos tocó vivir”. 

jagelias@gmail.com

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