- ¿Gajes del oficio...?
Ya es un tópico la aseveración de que “México es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo”... En lo poco que va del año, tres episodios parecen confirmarlo: el día 10 fue noticia el asesinato del periodista Luis Gamboa en el estado de Veracruz; el día 17, Margarito Martínez, fotoperiodista, fue asesinado en Tijuana; el domingo 23 corrió el mismo infortunio la periodista Lourdes Maldonado, también en Tijuana.
-II-
En el balance anual correspondiente a 2021, Reporteros Sin Fronteras señalaba a México como “el país donde más periodistas fueron asesinados”. Lo avalaba el dato de los siete periodistas asesinados ese año: Fredy López Arévalo, Manuel González Reyes, Jacinto Romero Flores, Ricardo López Domínguez, Saúl Tijerina Rentería, Gustavo Sánchez Cabrera y Benjamín Morales Hernández. Subrayaba que, con 47 periodistas asesinados desde 2017 hasta entonces, “México mantiene, por tercer año consecutivo, su liderazgo como el país más peligroso para la prensa”.
Por la relativa notoriedad de su oficio, cada que un periodista es asesinado se producen, invariablemente, declaraciones tronantes de funcionarios públicos, en rangos que van desde jefes de policía y “procuradores de justicia” hasta gobernadores y Presidente de la República, todas ellas en el sentido de que “se harán investigaciones a fondo” y, por supuesto, de que “se hará justicia”.
Cuando un periodista es asesinado, el hecho, por sí mismo, es más noticia que cuando la víctima del crimen es -pongamos por caso- un comerciante, un chofer o un burócrata. Si hubiera estadísticas correspondientes a otros oficios, probablemente se llegaría a la conclusión de que México es uno de los países más peligrosos, pero no solo para los periodistas sino para cuantos tienen la dicha incierta de estar vivos... pero también el temor y la sospecha de que su vida pende de un hilo, independientemente del honesto oficio que ejerzan... o de que opten por la delincuencia y corran el riesgo de perecer en los “ajustes de cuentas” de sus camaradas.
-III-
En último análisis, un común denominador de los asesinatos que a diario ocurren en México es la imposibilidad de que pudieran prevenirse, al menos en un porcentaje significativo, y, en consecuencia, evitarse; otro, la manifiesta incapacidad de las autoridades para “esclarecerlos”, como prometen todas las declaraciones.
La impunidad es la regla; el esclarecimiento de los delitos y el castigo a los delincuentes, la excepción... independientemente del oficio que elijan las víctimas para ganarse el pan de cada día.
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