Ideas

- “Fiesta cívica”

En rigor, el concepto de “fiesta cívica” se asocia a las fechas que conmemoran acontecimientos históricos instalados en la memoria colectiva de los ciudadanos de una nación…

Fiestas cívicas, en México, en ese orden de ideas, serían las celebraciones de la Independencia, el 16 de septiembre, y de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, el 12 de diciembre… aunque haya quien considere que sería más pertinente celebrar, más que el inicio del movimiento insurgente, la consumación de la Independencia -el 27 de septiembre de 1821, cuando el Ejército Trigarante hizo su entrada triunfal a la Ciudad de México-, y también haya quien ponga en tela de duda -incluidos varios respetables clérigos, reacios a comulgar con ruedas de molino- la historicidad del llamado “milagro guadalupano”.

-II-

Que se recuerde, desde las siete décadas de “la dictadura perfecta” -como la llamó Mario Vargas Llosa- se habló de “fiesta cívica”, en alusión a las jornadas electorales, en tres muy señaladas ocasiones:

* La primera, cuando la elección presidencial que ganó Manuel Ávila Camacho (“El Presidente Caballero”), en 1940, cerró el ciclo de los presidentes militares e inició el de los civiles, aún vigente, y prácticamente restañó las heridas abiertas durante “la Cristiada” (1926-1929), desde que, como candidato, prometió la libertad de culto en el país.

* La segunda, cuando, en 1955, las mujeres votaron por primera vez en México.

* Y la tercera, en el año 2000, cuando el voto popular hizo efectiva la celebérrima baladronada de Vicente Fox (“sacar al PRI de Los Pinos”), y abrió de par en par para los mexicanos -para bien, se supone… aunque esa hipótesis aún está por demostrarse- las puertas de la alternancia.

-III-

Que el domingo vayan a instalarse más de 162 mil casillas de votación, (menos las sometidas a las amenazas de los grupos delincuenciales que operan en el país); que el proceso esté en manos de casi un millón y medio de ciudadanos insospechables de parcialidad o corrupción; que vayan a elegirse más de 21 mil cargos públicos, y se hayan tomado previsiones sanitarias en función de la pandemia que desde hace año y medio nos aterra, es de celebrarse, desde luego…

Para hablar de “fiesta cívica”, empero, faltaría que el gran vencedor en esa jornada fuera el ciudadano común, con una reducción, por mínima que fuese, de los actuales niveles de inseguridad, desigualdad y pobreza. Y eso, para quien ya no cree en milagros, parece poco probable.

jagelias@gmail.com

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