Ideas

- Disparate

A ver: si se decide -y tal decisión se difunde “urbi et orbi”- poner todos los temas referentes a las medidas de emergencia obligadas por el coronavirus, “en manos de los médicos, de los expertos, de los que saben”, ¿por qué diantres dejar la última palabra acerca de la instalación o el desmantelamiento de una planta cervecera que sería fuente de empleo para miles de trabajadores de la región, en manos -perdón por el vocablo- de la chusma, y no también “en manos de los expertos, de los que saben”…?

-II-

Aun si fuera absolutamente cierto que los empresarios no tienen corazón, no lo es, en cambio, que sólo tengan intereses. También tienen sentido común. Tienen inteligencia. No lanzan un dardo, a ojos cerrados, sobre un mapa de la República -o del mundo- para elegir el sitio en que van a emplazar su próxima fábrica, su próxima planta o su próxima sucursal. Ponderan, para el efecto -poniéndolos, también ellos, “en manos de los expertos, de los que saben”- una amplia serie de factores, entre los cuales la materia prima y la potencial mano de obra que les permitirá operar.

Si gestionaron ante las autoridades estatales de Baja California y municipales de Mexicali los permisos para instalar una planta, es porque la consideran viable desde cualquier perspectiva. Si obtuvieron dichos permisos, muy bien pudo ser porque las autoridades actuaron con sentido de responsabilidad al otorgarlos; no necesariamente porque sean cómplices corruptas de un despropósito, una atrocidad o un crimen ecológico… Abortar ese proyecto cuando ya llevaba un avance de 65% y la empresa había invertido 900 de los mil 500 millones previstos en la instalación de la planta, mediante una consulta similar a la que hizo abortar el proyectado Aeropuerto de Texcoco, por decisión de una minoría (que, además, ni siquiera es representativa, en términos estadísticos) de la población, es un sinsentido doblemente lamentable: primero, porque frustra un proyecto de indudable beneficio social; segundo, porque envía a otros potenciales inversionistas el mensaje de que aquí las decisiones no se toman con la cabeza, como debiera ser, sino con las patas.

-III-

De ahí que aplique, como moraleja de la historia, una paráfrasis a la cáustica frase que Juan Vázquez de Mella, escritor, filósofo y eventualmente diputado español, dedicó a la Infanta María Cristina, regente durante la minoría de edad de su hijo, el rey Alfonso XIII: “Como dijo Isaías Profeta: ‘Malditos sean los pueblos gobernados por mentecatos’”.
 

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