- Discriminación
Las declaraciones del cardenal José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, con respecto a la mujer transexual a la que supuestamente se negó atención médica en un hospital particular -el de la Santísima Trinidad, atendido por religiosas-, la semana pasada, concuerda plenamente con un expresión del Papa Francisco. En su viaje de regreso a Roma, tras la Jornada Mundial de la Juventud, en Río de Janeiro, en julio de 2013, a pregunta específica de un reportero, el Papa condensó su postura -irreprochable, por lo demás- en muy pocas palabras:
-Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?
-II-
El caso de la mujer transexual agredida con ácido en la vía pública, en pleno centro de Guadalajara, ha encontrado eco en la prensa internacional. “El País”, de Madrid, por ejemplo, aludió al episodio como “la nueva cara de la discriminación en México”.
Más allá de que, a casi una semana del suceso, no hay ningún indicio de que el delito no vaya a quedar impune -como el 95% de los que se cometen en este país de todos nuestros pecados-, un aspecto sobresaliente del caso fue la negativa del personal del nosocomio a atender a la víctima.
Las versiones de que la mujer no llevaba una identificación oficial o de que el sanatorio no disponía de elementos para atenderla, se antojan poco creíbles. Precisamente porque la más creíble fue que el pretexto para negarle la atención fue la orientación sexual de la víctima, el cardenal Robles, en su homilía de la misa dominical, fijó claramente su posición (“Milenio”, X-25-21, p. 11-A):
-No hay motivo para que una persona se vea privada (...) de la necesidad que tiene de atención médica en cualquier institución. Ni por su credo, ni por su estatus social, ni por su preferencia. No es razón ni motivo. Todo ser humano merece respeto a su dignidad de persona y a su atención, y más en una situación de emergencia como esta.
-III-
Si, como decía William Penn, “Ser cristiano es parecerse a Cristo”, habrá que convenir en que la del cardenal Robles Ortega es, precisamente, la posición cristiana (no como la de otros clérigos, “de cuyo nombre...”) en el asunto concreto que se plantea.
Es un poco lo que el Papa decía: “¿Y quién soy yo para juzgar...”. O lo que Jesús mismo hubiera dicho: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
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