Ideas

- Con el ejemplo

De marchas como las del domingo y manifestaciones como la de ayer -“un día sin mujeres”- puede decirse lo que se ha dicho de los libros: ni los hay tan buenos que no tengan algo de malo, ni tan malos que no tengan algo de bueno…

-II-

Hay consenso: cualquier esfuerzo orientado a revertir un patrón cultural censurable, como el machismo en cualquiera de sus expresiones, es plausible. Pero es probable que también lo haya en la reprobación a los actos vandálicos -perpetrados por mujeres- ocurridos so pretexto de (y en paralelo con) las marchas dominicales: las “pintas” en las paredes y la puerta de Palacio Nacional; en la plancha del Zócalo, en las fachadas de varios edificios, en los pedestales de algunas estatuas, en los escudos y uniformes o directamente sobre el cuerpo de los (y las) policías que trataban de mantener el orden y evitar desmanes; los daños al mobiliario urbano; los destrozos en cristales de comercios; las ofensas y agresiones; el empleo de bombas molotov, elaboradas con la única y deliberada intención de lesionar indistintamente a quien se ve como adversario o a personas inocentes e indefensas: incidentes como los que fueron ampliamente difundidos en los medios de comunicación y las redes sociales, y ameritaron atención médica e incluso hospitalización de varias personas.

Fiel a su consigna de evitar actitudes represivas -para no seguir el ejemplo de los regímenes autoritarios de antaño… aunque los niveles de permisividad a que se ha llegado hagan pensar que omitir sistemáticamente el uso racional y moderado de la fuerza pública para salvaguardar el orden es equiparable a la irresponsabilidad-, la autoridad se ha abstenido de detener a quienes de manera flagrante cometen delitos (lesiones y daño en las cosas, concretamente) y de aplicar la “investigación” y la “inteligencia” de que ocasionalmente se pavonea, para identificar, detener y procesar, por ejemplo, a quienes el domingo lanzaron  artefactos explosivos.

-III-

Sería ilusorio esperar un cambio radical de actitudes a partir de los recientes ejercicios. Es deseable, desde luego, que propicien una toma de conciencia y una gradual metamorfosis en las conductas cotidianas… sin perjuicio de que quienes promueven y participan en las manifestaciones, entiendan que si se trata de alzar la voz contra la intolerancia y la violencia, no es lo más pertinente hacerlo con agresiones, ofensas y actitudes vandálicas.

Quien pide respeto, debe respetar. Quien enarbola una causa justa, debe predicar con el ejemplo.

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