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- Ciudad sin ley

Es probable que el ciudadano común se interese por la información relacionada con los asaltos “conejeros” -los que suelen darse a inmediaciones de los bancos, en perjuicio de personas que hicieron algún retiro-, aunque sean muy ocasionales, o con los robos de vehículos. En cambio, poco se interesa por los homicidios que a diario se registran en Guadalajara y municipios conurbados. Se explica lo primero, porque el ciudadano común suele ser usuario de los servicios bancarios y propietario de un automóvil; infiere, por tanto, que debe prevenirse para no ser él mismo la próxima víctima de asaltantes o ladrones. Y se explica lo segundo, porque probablemente las víctimas de homicidios “se lo buscaron” o “andaban en malos pasos”…

-II-

En cualquier caso, las recientes declaraciones del flamante Fiscal del Estado con respecto a la inseguridad (o “percepción de inseguridad”, como prefería decir alguno de sus antecesores en el cargo) que se ha convertido en la principal preocupación de los habitantes de Guadalajara y de todo el país, no aportan ninguna esperanza de que vayan a producirse avances significativos en esa materia en el corto plazo.

Primero fue el comentario de que los homicidios -cuatro o cinco diarios, en promedio- que son el pan nuestro de cada día en la otrora “Ciudad Amable”, “son todavía consecuencia del reacomodo de las bandas criminales que operan en la metrópoli”. Una explicación ambigua y elusiva: ambigua, porque “las bandas criminales” serían entelequias, abstracciones, espíritus puros a los que no puede combatirse; y elusiva, porque al final del día difícilmente se conocerá, por sus nombres y apellidos y por los móviles que tuvieron para perpetrar sus crímenes, a los autores de cada uno de los 150 homicidios que cada mes se cometen en esta “Tierra (dizque) de Dios y de María Santísima”.

Después fue la confesión, por parte del mismo funcionario, de que de los 20 homicidios registrados sólo el anterior fin de semana en Guadalajara y anexas, las cámaras del cacareado “Escudo Urbano C5”, “tampoco grabaron ni detectaron ninguno de los incidentes”.

-III-

Sumado lo anterior a las quejas de los “agentes investigadores”, en el sentido de que son notoriamente insuficientes (y, por ende, incompetentes) para resolver los casos que se les asignan, la conclusión es desoladora: Guadalajara es una ciudad sin ley, en que la impunidad es la regla... y la seguridad de cuyos habitantes está supeditada a la eficiencia de los correspondientes Ángeles de la Guarda. 

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