- “Canonizar” la Romería
Homero Simpson decía que “Las tradiciones son para romperse”. (Aunque valdría hacer la salvedad: “…O para canonizarse”).
En vísperas de la Romería a Zapopan, a celebrarse el jueves próximo, ha resurgido la posibilidad de que la UNESCO (Organización de las Naciones Unidad para la Educación, la Ciencia y la Cultura), recogiendo la iniciativa que en ese sentido se ha formalizado, otorgue a la tradicional peregrinación anual el rango de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. De consumarse el intento, uno de sus beneficios –además de la consagración que el simple hecho de la designación implicaría– sería la obtención de recursos económicos orientados, básicamente, a preservarla.
-II-
Los afanes –y las correspondientes aportaciones económicas– de la UNESCO en pro de la conservación de infinidad de sitios que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad (la Muralla China, las Pirámides de Egipto, la Alhambra de Granada, los foros imperiales romanos, la ciudad prehispánica de Teotihuacán y un larguísimo etcétera que incluye 34 aportaciones mexicanas), se extendieron, a partir de 2003, a la salvaguardia de lo que se define como “patrimonio oral o inmaterial”. En la Convención se puntualizó que entre esos tesoros intangibles estarían “los espectáculos, los rituales, las fiestas, las tradiciones y expresiones orales, las técnicas artesanales y los artefactos relacionados”.
Fue así que se incorporaron a ese catálogo expresiones culturales como el Teatro de Marionetas de Sicilia (la Ópera dei Pupi), la fabricación artesanal de violines en Cremona, la gastronomía popular francesa, el flamenco (canto y danza), el fado portugués, el tango argentino, etcétera. Entre las aportaciones de México se encuentran la ceremonia de Los Voladores de Papantla, las Fiestas de los Muertos, el mariachi y las pirekuas michoacanas.
-III-
La Romería de Zapopan, según los historiadores, data de 1691. Se le considera la tercera más importante del país por el número de peregrinos que acuden a ella. Al margen del elemento religioso –el central, supuestamente–, el evento propicia un singular fenómeno cultural: la participación de miles de danzantes, que, sin perjuicio de anacronismos tan mayúsculos y hasta aberrantes como las máscaras de luchadores, recrean vestuarios, coreografías y musicalizaciones pretendida y más o menos prehispánicas.
De concretarse el proyecto, uno de sus beneficios tendría que ser la depuración de la Romería; la eliminación de algunos elementos contaminantes que –hay que reconocerlo– le han restado dignidad.
El tema da para más. Por lo cual, con la venia del lector amable, habrá que retomarlo a la brevedad…