Ideas

- Baños de pureza

Oye uno en la inevitable “mañanera” que “no somos iguales que los gobiernos de antes”; que “nosotros llegamos aquí para limpiar de corrupción el gobierno, para desterrar la corrupción”; que quienes osan criticar o disentir son cómplices o instrumento de quienes promueven “una campaña de desprestigio, una guerra sucia en contra del gobierno”; que a sus críticos y/o disidentes “les molesta mucho la transformación”; que “ellos -sus adversarios, desde su peculiar perspectiva- quisieran que continuara el mismo régimen de corrupción, de injusticias, de privilegios”; que “están mostrando el cobre, dan pena ajena, haciendo hasta el ridículo”..., y, para rematar, que “la mayoría de los medios de información, los que actuaban como alcahuetes de los grupos de intereses creados, los que se dedicaban a quemar incienso a los gobernantes, ahora se convirtieron, de la noche a la mañana, en críticos severos de nuestro gobierno”…; oye uno esa letanía de improperios y diatribas, decíamos, y tiene que recordar, por asociación de ideas, el pasaje evangélico en que San Lucas (18:9-16) refiere que “El fariseo, puesto en pie, oraba (…) de esta manera: ‘Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmo de todo lo que gano...’”.

-II-

En efecto: pocas cosas hay tan grotescas, tan detestables como los baños de pureza. Para esas manifestaciones, la sabiduría popular ha acuñado -valga la redundancia- sabios refranes. Uno: “Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”. Otro: “Alabanza en boca propia es vituperio”…

En el caso, se planteaba, sin más, como una inquietud social o, al menos, como una inquietud profesional de los periodistas, si no debería ser motivo de investigación -y eventualmente de sanción- la información de que León Manuel Bartlett Álvarez, hijo de Manuel Bartlett Díaz, titular de la Comisión Federal de Electricidad, vendió ventiladores a costos elevados y obtuvo contratos millonarios por parte de dependencias federales de salud. Punto.

Independientemente de que criticar y disentir son ejercicios válidos en toda democracia, la pregunta, planteada así, ni podía ser más pertinente ni podía estar más exenta de connotaciones críticas, ni mucho menos ofensivas… ¿A qué, pues, la perorata…?

-III-

Nada más por no dejar hilos sueltos, vale consignar 1), que fariseo, según el diccionario, significa “miembro de una secta religiosa entre los judíos”..., pero también “persona hipócrita”; y 2), el colofón del pasaje evangélico anotado: “Cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

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