Ideas

- Atropellos

Quién lo dijera: la pandemia ha sido utilizada por los vándalos, dolosa, alevosa, ventajosamente, como pretexto y hasta como cómplice por encubrimiento de sus atropellos.

Es probable que, a estas alturas de la película, las pruebas ya hayan sido borradas por trabajadores de dependencias públicas, con dinero de los impuestos. Pero ahí estuvieron. Los testimonios constan en las imágenes profusa y oportunamente difundidas por los medios y en las redes sociales...

-II-

Se trata de las leyendas garrapateadas impunemente, con pintura en aerosol, en la acera, la calle, las paredes y la puerta de Palacio Nacional, por hordas de transgresores con el rostro cubierto, ya no con pasamontañas sino con cubrebocas: “Fue el Estado”; “Nos faltan 43”; “Ni perdón ni olvido”; “Derrocar a López Obrador con violencia revolucionaria”; “26 de septiembre no se olvida”; “Ayotzinapa vive”, etc.

Se trata de las huellas físicas del paso de la marcha conmemorativa de la desaparición, hace seis años, de 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos, de los que, a  despecho de múltiples imperfecciones en las pesquisas y otras tantas irregularidades en el proceso, se sabe lo siguiente: 1) que secuestraron dos camiones para participar, en la Ciudad de México, en una protesta por la matanza del 2 de octubre del ’68 en Tlatelolco; 2) que fueron detenidos por policías de Iguala; 3) que por instrucciones de las autoridades locales fueron entregados al grupo delincuencial “Guerreros Unidos”, so pretexto de que se trataba de una banda rival de narcotraficantes; y 4) que fueron asesinados, y sus restos -o la mayoría, o muchos de ellos...- calcinados en el basurero de Cocula.

-III-

Un poco por las señaladas irregularidades en el proceso, y un mucho por las cuestiones políticas que lo han contaminado, entorpecido y enturbiado aún más, el tema, lejos de aclararse, se enreda y oscurece conforme pasa el tiempo. Se cumple la máxima de los criminólogos: “Cada día que pasa -desde la comisión de un delito- nos aleja de la verdad”...

El asunto, así, se suma al caudal de las asignaturas pendientes: desde las célebres y añejas (Tlatelolco, San Miguel Canoa, Aguas Blancas, las explosiones del Sector Reforma en Guadalajara, el “granadazo” de Morelia...) hasta las cotidianas que se revelan cuando ocasionalmente se descubren fosas clandestinas, por ejemplo, y que se “conmemoran” así: mediante actos de vandalismo perpetrados impunemente ante la tibieza y dejadez de una autoridad temerosa de que si cumple y hace cumplir la ley, la tilden de represora.

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