UNIVA: ¿Es posible creer en la justicia en México?
La desconfianza a las autoridades, alimentada por décadas de corrupción, impunidad y un proceso que a menudo deshumaniza a las víctimas, ha dejado a nuestra sociedad mexicana en esta encrucijada
Acceder a la justicia en México se ha convertido en un desafío monumental, uno que muchos ciudadanos prefieren evadir. La desconfianza a las autoridades, alimentada por décadas de corrupción, impunidad y un proceso que a menudo deshumaniza a las víctimas, ha dejado a nuestra sociedad mexicana en una encrucijada: ¿debemos seguir creyendo en la justicia, o es hora de aceptar que este ideal está fuera de nuestro alcance?
En los últimos años, el panorama de la justicia en México ha sido sombrío. Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) del INEGI, en 2022, más del 92% de delitos cometidos no fueron denunciados ni se inició una investigación formal.
Esta cifra refleja un profundo escepticismo en el sistema judicial, donde la mayoría de las personas opta por no denunciar debido a la percepción de que el proceso es una pérdida de tiempo o, peor aún, una experiencia re-victimizante.
Es una realidad cruda: denunciar en México es embarcarse en un viaje tortuoso que a veces no ofrecerá justicia. Para aquellos que se atreven a levantar una denuncia, el camino está plagado de obstáculos: largos tiempos de espera, burocracia interminable, y un sistema que muchas veces parece diseñado para proteger a los agresores y no al agraviado. En demasiados casos, los criminales salen impunes mientras que las víctimas son abandonadas a su suerte, enfrentando un proceso que, lejos de brindar consuelo o reparación, les recuerda una y otra vez el dolor de su experiencia.
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A esta falta de justicia efectiva se suma un problema social profundamente arraigado: la tendencia a culpar a las víctimas. En la narrativa popular, la responsabilidad de un crimen a menudo se traslada a quien lo sufre. “¿Te asaltaron en la noche? Es que tú también, si ya sabes cómo está la situación, ¿para qué te expones?”. Este tipo de comentarios no solo minimizan la gravedad del delito, sino que también perpetúan una cultura de impunidad que normaliza la violencia y desalienta a denunciar.
Este fenómeno es particularmente evidente en casos de violencia de género. Cuando una mujer desaparece o es agredida, los comentarios suelen girar en torno a su comportamiento: “Seguramente estaba borracha” o “Eso les pasa por andar de libertinas”. En lugar de dirigir la mirada hacia el agresor y las fallas estructurales que permiten que estos crímenes ocurran, se suele señalar a quien sufre el delito.
Surge una duda inevitable: ¿cómo podemos los mexicanos acceder a la justicia de manera digna y eficaz? La respuesta no es sencilla, pero comienza por un cambio radical en la manera en que entendemos y abordamos la justicia. Necesitamos un sistema que sea verdaderamente independiente, capaz de operar sin la sombra de la corrupción y que priorice a las víctimas. Las autoridades deben implementar medidas de protección que sean realmente efectivas y garantizar que quienes cometen delitos enfrenten las consecuencias de sus actos.
Además, como sociedad, es imperativo que comencemos a exigir un cambio real. La violencia que vivimos no es excusa para que quienes sufren en manos de criminales sean sometidos a un régimen que no solo falla en brindar justicia, sino que a menudo les castiga nuevamente.
¿Podemos creer aún en la justicia en México? La respuesta depende de la disposición para generar un cambio tanto en nuestra cultura, como en las instituciones. Es hora de reclamar un sistema que proteja, que respete y ofrezca justicia a todos los ciudadanos. Porque vivir en un contexto de violencia no debe ser sinónimo de conformismo, sino un llamado urgente a la acción.
Mariana Guadalupe Rodríguez Vera, estudiante de UNIVA Guadalajara.
XM