El viernes 13 sigue asustando ¿por qué persisten las supersticiones?
Siempre hemos vivido rodeados de misterios a los cuales buscamos respuesta y explicaciónes; por principio: tenemos un deber con inherente con la verdad, reflexionaba el filósofo Jose Ortega y Gasset
¿Qué tienen en común el temido viernes 13, una secta religiosa, el Trastorno Obsesivo Compulsivo y la “plandemia”? A grandes rasgos son conceptos tan amplios y diferentes que parece difícil meterlos en un solo costal; sin embargo, poseen un hilo conductor que los relaciona a todos: La superstición.
Pero no nos quedemos solo con la idea del “Viernes 13”, la superstición es un concepto tan humano y tan antiguo que te fascinará conocer su complejidad y capacidad de adaptación.
Imagina que tan viejas son las supersticiones si en pleno siglo XXI (época de la criptomoneda) el tirar la sal en la mesa aún es causa de mala fortuna, una creencia que data desde las antiguas civilizaciones en el remoto Mediterráneo, cuando la sal era moneda de cambio y se veía mal derramarla. Así es el tamaño de la capacidad de adaptación que poseen las supersticiones.
Esta bien no creer en las supersticiones, aunque tampoco es conveniente verlas como una falla en la evolución del aprendizaje humano, por qué, el hecho de encontrar este tipo de creencias en todas partes puede deberse a que, más que disonancias, son y fueron el resorte al conocimiento.
Los seres humanos siempre han vivido rodeados de misterios a los cuales buscan respuesta y explicación, por principio: tenemos un deber inherente con la verdad, reflexionaba el filósofo Jose Ortega y Gasset. Pero como las certezas siempre han requerido trabajo para conseguirlas, desde una época en la que no poseíamos herramientas metódicas o divulgativas, desarrollamos una mente animista:
Cuando dos hechos suceden de forma secuencial en el tiempo, uno es la causa del otro (hasta parece encantamiento). Este pensamiento mágico, actualmente visto tan problemático en psicología, propició en su momento el inicio de muchas religiones antiguas, cuya creencia en el alma de los objetos y sucesos, los relacionaba con divinidades.
De tal forma, podría decirse que el conocimiento se refinó hasta la época Moderna (gracias a los avances previos de la filosofía y su epistemologia y lógica), dando paso a el pensamiento científico y el desarrollo del método hipotético-deductivo, permitiendo las conquistas de certezas y la aproximación a la anhelada "verdad".
Sin embargo, el encanto ya estaba hecho y nos quedó el menos engorroso y fascinante pensamiento científico que nos permite el control de lo que no comprendemos sin tener que esforzarnos por encontrar argumentos: Es más cómodo creer que este Viernes 13 va mal porque así es su naturaleza, que por el hecho de que te hayas levantado tarde, por ejemplo.
Recordamos el viernes 13 y evitamos pasar debajo de la escalera porque hemos recibido esa herencia cultural, más que por el hecho de creer realmente en el poder de estas supersticiones.
Ya en su texto Tótem y Tabú, el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, detectaba un fuerte lazo de similitud entre el pensamiento mágico de civilizaciones tribales, con el de personas aquejadas por el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), ambos concentrados en rituales de repetición mediante los cuales se creía poseer un control sobre sucesos externos: Las luces de la “civilización” no brillan en los sótanos de nuestra mente.
Las supersticiones son motivo de humor si no terminan por condicionar negativamente nuestra vida, pero sí es necesario ser consciente de lo que creemos y sus razones, puesto que en la era de la información muchas de las conquistas del conocimiento, la ciencia y hasta la epistemologia han sido puestas en duda en internet, redes sociales, la plaza pública y medios de comunicación.
La superstición deja de ser graciosa cuando Twitter debe suspender la cuenta de la actriz Pati Navidad, ante los mensajes de conspiración que ella emite en plena pandemia; o cuando la sociedad reclama al presidente de México, Andrés Manuel Lopez Obrador, su puntada de las estampitas de Santos que lo previenen del virus; o cuando un jerarca religioso llama superstición a otra fe.
Incluso hay eventos trascendentes como una boda o trabajos tan tradicionales o competitivos como el teatro o el fútbol, donde la “cábala” y la superstición siguen teniendo un peso relevante. De ahí que, hasta ahora, este viernes 13 muchas personas sí que modificarán su día.