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Tres maneras en que el alcohol daña el cuerpo, según expertos

Más allá de los efectos inmediatos, el consumo de alcohol tiene implicaciones profundas para la salud física y mental

Tomar alcohol es algo que nuestra civilización practica desde por lo menos, algunos miles de años. No es capricho que exista un dios griego del vino y las fiestas; Dioniso (Baco en la mitología romana). Sin embargo y, aunque no se seamos bebedores empedernidos, ¿cuáles son los verdaderos efectos del alcohol en nuestro cuerpo? ¿Es realmente inofensivo tomarse siquiera una copita? 

Para empezar, el alcohol es clasificado como un carcinógeno del grupo 1, asociado con varios tipos de cáncer, incluidos los de mama, boca, faringe, laringe, esófago, hígado y colorrectal. En 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmó que no existe una cantidad segura de alcohol que pueda consumirse sin riesgos.

Además, la OMS desestimó los posibles beneficios cardiovasculares del vino tinto, al señalar que no superan el incremento en el riesgo de desarrollar cáncer.  

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Impacto desproporcionado en las mujeres  

Según expertos entrevistados por la revista científica, National Geographic, las mujeres son más vulnerables a los efectos perjudiciales del alcohol, incluso cuando consumen cantidades equivalentes a las de los hombres. Esto se debe por razones fisiológicas: las mujeres tienen mayor porcentaje de tejido adiposo y menor cantidad de agua en el cuerpo, lo que resulta en una concentración más alta de alcohol en la sangre.  

El consumo de alcohol en mujeres está vinculado con un aumento del riesgo de cáncer de mama. Una sola bebida diaria puede incrementar este riesgo hasta en un 9 %. Además, el alcohol puede afectar la fertilidad y agravar los síntomas de la menopausia.  

Beber alcohol antes de dormir, la peor idea 

Acorde a Ian Colrain, presidente de la cadena de investigación MRIGlobal, consumir alcohol antes de dormir interfiere con los procesos naturales de descanso del cuerpo. Durante el sueño, el ritmo cardíaco y la presión arterial deberían disminuir para permitir una "vacación cardíaca". Sin embargo, el alcohol mantiene elevada la frecuencia cardiaca por hasta cuatro horas, impidiendo el descanso reparador.  

Sumado a lo anterior, beber alcohol antes de dormir también podría fragmentar las fases del sueño REM, así como incrementar el riesgo de apnea del sueño y la adicción a esta bebida. 

Toxiamigos: El alcohol y la ansiedad

La ingesta de alcohol afecta a los neurotransmisores responsables de controlar la ansiedad, lo que puede empeorar los síntomas de este síndrome a largo plazo. 

Asimismo y en palabras de Stephen Holt, director de la clínica de recuperación de adicciones del Hospital Yale-New Haven, incluso después de haber sido metabolizado, el subproducto tóxico del alcohol, el acetaldehído, continúa provocando malestares como náuseas y fatiga mientras el cuerpo se recupera de la intoxicación.

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Su relación con enfermedades crónicas como el cáncer, junto con los impactos negativos en el sueño y la ansiedad, resalta la importancia de cuestionar las creencias culturales sobre el consumo "moderado" y sus supuestos beneficios.

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