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¿Qué pasa si bebo alcohol antes de dormir?

Las bebidas alcohólicas pueden producir somnolencia, pero el sueño que provocan es de mala calidad e implica riesgos para la salud e incluso la vida

Uno de los efectos más comunes de la ingesta de bebidas alcohólicas es la somnolencia, y quizá por eso pensar en ellas como auxiliares contra el insomnio es hasta cierto punto lógico, ¿pero realmente es efectivo?

Primeramente, se debe tomar en cuenta que el "sueño natural" se trata de un ciclo cuyas etapas tienen una función en el descanso y en la recuperación física, desde un sueño ligero, y un sueño profundo (importante para la restauración del organismo y la consolidación de la memoria) hasta el sueño REM (donde ocurren las ensoñaciones y resulta importante tanto para la memoria como el procesamiento de las emociones); mientras que el sueño inducido resulta menos restaurador y puede alterar u omitir la fase REM.

El alcohol tiene el mismo efecto que los fármacos utilizados para conciliar el sueño, de manera que, aunque facilite quedarse dormido, el sueño será de mala calidad, con varias interrupciones y una sensación de cansancio al despertar.

Uno de los procesos más afectados por el sueño alcohólico en lo que respecta a su regeneración es el correspondiente al sistema circulatorio. Mientras dormimos nuestro ritmo cardiaco disminuye, lo mismo que nuestra presión arterial, pero cuando hemos bebido alcohol unas horas antes de quedar dormidos, esto no sucede. Según datos de la Sociedad de Investigación del Sueño de la Universidad de Oxford, en estos casos la presión arterial y el ritmo cardiaco pueden permanecer elevados hasta cuatro horas después de haber iniciado el sueño.

Otra consecuencia, mucho más obvia, son las interrupciones del sueño por la necesidad de ir al baño, lo que afecta el ya mencionado ciclo del sueño. De la misma manera, el alcohol está relacionado con más ronquidos y un mayor riesgo de apnea del sueño, esto es, la interrupción involuntaria de la respiración mientras se duerme, y que es producida por el bloqueo de las vías respiratorias debido al relajamiento excesivo de los músculos de la garganta, e incluso por una falla cerebral donde no existe coordinación con el mecanismo de respiración. Este riesgo puede ser mortal si no se trató de unas copas para relajarse, sino de una borrachera.

Por último, está el riesgo del hábito. Aunque beber un trago antes de dormir resulte efectivo contra el insomnio ocasionalmente, su efecto irá disminuyendo al tiempo que se vuelva una costumbre, tan pronto como en una semana, lo que induce a aumentar la dosis y el peligro de desarrollar una dependencia a una sustancia altamente adictiva y nociva.

En lugar de bebidas alcohólicas, tomar un té sin cafeína o un vaso de leche deslactosada sería una mejor idea y, claro, mejorar la llamada higiene del sueño: tener una hora fija para ir a dormir, no utilizar el teléfono u otro dispositivo con pantalla en la cama y practicar técnicas de relajación.

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