¿Por qué hablamos con nuestras mascotas como si fueran humanos?
Casi todo el mundo lo realiza, sin embargo, hay que marcar ciertos límites, pues el trato al mismo nivel de una persona puede ser perjudicial
Es común que encontremos que las personas se refieren a sus mascotas como amigos o familia. La expresión igualitaria se le conoce como antropomorfización; un mecanismo que tiene sus aspectos positivos, pero que puede provocar ciertos peligros para los animales.
Atribuirle rasgos, emociones e intenciones a las mascotas puede conducir a sesgos de interpretación de las comunicaciones del animal. Y esto se debe a una sentencia que parece sencilla, pero en la práctica no es tan fácil de aceptar: las mascotas no son humanos. Sus reacciones, motivos y gestos son distintos a los que realizaría una persona.
Dos ejemplos muy claros, uno por animal común doméstico serían los siguientes: un gato maúlla en una cocina y el humano interpreta que tiene hambre. Sin embargo, no está en los gatos esa relación espacial que conecta al alimento con la cocina. Ahora bien, revisemos una opción con un perro. Si una persona está comiendo y el perro se le acerca con las cejas caídas como cargando un "rostro triste", parecerá que no ha comido, aunque no significa que realmente esté hambriento. En ambos casos los animales pueden ser alimentados en exceso o incluso con alimentos nocivos para su salud.
No te sientas culpable. Este comportamiento humano es normal, pues esos gestos activan los mecanismos mentales de la empatía. Además, la antropomorfización nos hace sentir más cercanos a nuestras mascotas. Pero hay que tomar varias consideraciones para no lastimar o perjudicar alguna situación que vivan los animales.
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Un ejemplo es el regaño en perros. La memoria a corto plazo es útil, pero si el suceso pasó hace mucho tiempo, no tiene caso realizar la reprimenda; esto solo provocará estrés en tu mascota y no lo relacionará con la fechoría. Aunque el gesto sea de "culpabilidad", la verdad es que esa reacción solo es un reflejo del estrés que perciben en sus dueños, pero no lo alcanzan a relacionar con una acción realizada por ellos.
Otra ocasión muy clara son los abrazos. Los seres humanos pueden estar deseosos de este tipo de demostraciones de afecto, sin embargo, para ciertos perros y gatos, esta acción resulta invasiva debido a que limita sus movimientos.
Esta relación de igualación ha sido aprovechada por las marcas, los influencers y las redes sociales, quienes se han encargado de crear todo un conglomerado de productos de consumo que no necesariamente son benéficos para las mascotas. Sobre todo en el tema de accesorios, prendas, estímulos o ciertos juegos que no deberían de ser probados en estos animales
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Lo importante es establecer unas reglas claras:
- No alimentar a las mascotas con comidas para humanos. Ciertos ingredientes pueden ser tóxico y nocivos por su incapacidad de metabolizarlos.
- No usar ropa ni accesorios a menos que sean necesarios. Una prenda en un gato o perro en un ambiente de calor le puede causar mucho daño ya que estos animales no son capaces de sudar para regular su temperatura.
- La sobreprotección puede causar ansiedad por separación, especialmente en perros.
Y tener siempre en cuenta que las necesidades emocionales y biológicas de un humano son distintas a las de una mascota.
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OB