Moda contra la hipervigilancia
No es ningún tipo de ficción, la moda muestra cada vez más su rechazo al control social a través de la tecnología, formando una resistencia para proteger nuestra identidad
Tal como funciona su aspecto a algunos animales para camuflarse y pasar desapercibidos, la industria de la moda ha diseñado una alternativa para aquellas personas preocupadas por su anonimato.
En un mundo que parece estar cada vez más vigilado… Imagina que llevas puesto un lucidor accesorio de gran estilo, cuyos patrones de diseños están creados para burlar los algoritmos de reconocimiento facial de las cámaras y resguardar tu identidad.
HyperFace es una empresa que ha apostado por esta tecnología cuya exploración termina por tocar puntos de encuentro entre tecnología, arte y ciencia. La tela que emplean fue diseñada por el artista berlinés Adam Harvey y por Hyphen-Labs, y su equipo internacional de diseño especializado en la antivigilancia.
Con HyperFace la computadora de las cámaras recibe unas mil 200 posibles opciones faciales, pues los patrones de HyperFace incluyen figuras que parecen ojos, narices y bocas para confundir a los programas de reconocimiento facial. Nada que no hayamos visto antes en el reino animal, cuyas características tomó el diseñador para desarrollar los patrones de camuflaje que permitan resguardar el anonimato del portador.
Información protegida No solo la identidad, también la protección de información ha sido considerada hoy día. El dúo de diseñadores holandeses Project KOVR, se han enfocado en descubrir maneras de proteger la biblioteca de información personal.
Diariamente portamos nuestros datos en los teléfonos, chips de computadora comúnmente incrustados en pasaportes, tarjetas de identificación y tarjetas bancarias. Mediante un abrigo de antivigilancia, hecho de tela metálica, el dúo holandés prevé que los chips de computadora en las tarjetas bancarias y de identificación sean ilegibles, y los teléfonos móviles no puedan ser rastreados.
Un mundo orwelliano
Tal como se narra en la distópica novela de George Orwell, 1984, la idea de la vigilancia permanente estremece el imaginario colectivo. Desde que nos enteramos públicamente cómo los departamentos de seguridad de poderosas naciones usaban su capacidad de recolección de información privada; la existencia y empleo de softwares de espionaje; la venta y lucro con datos personales por parte de redes sociales, agencias publicitarias, agrupaciones políticas; así como el uso cada vez más común de reconocimiento facial y videovigilancia por parte de las iniciativas privadas y públicas, estas iniciativas estéticas de protección se hicieron algo más que un vanguardista diseño.
Mano ten Nápel, editora del sitio de tecnología de moda FashNerd explica que existe una gran necesidad de protegernos, que se traduce lógicamente en el diseño de la tecnología que usamos. Además de plantearse un futuro en el que permanecer conectado no violará automáticamente nuestra privacidad.
Activistas y diseñadores impulsan desde la década pasada la respuesta a este control sistémico de la identidad e información, con alternativas que terminan por proteger al ciudadano de a pie. Un empoderamiento que trasciende la autoprotección y se vuelve, incluso, político.
Según un artículo de Slate, hay dos formas muy bien planteadas para servirse de estas alternativas tecnológicas, mediante nuestras prendas. La primera realiza un bloqueo de las facultades que permiten la recolección de tus datos, como propone Project KOVR.
Un reconocido y claro ejemplo es el proyecto del artista Adam Harvey, CV Dazzle, que desde 2010 explora cómo la moda puede imposibilitar las nuevas formas tecnológicas de reconocimiento facial: Inspirado en un tipo de camuflaje naval de la Primera Guerra Mundial llamado Dazzle (sí, a ese nivel), CV Dazzle utiliza diseños de peinado y maquillaje para romper la continuidad de una cara. Los algoritmos de reconocimiento facial se basan en la identificación y la relación espacial de las características faciales clave: simetría y contornos quedan bloqueados para la detección, como si llevaras un antifaz, ante las cámaras de seguridad.
Por su parte, Lisa Kori Chung en 2014 diseñó los Anti-NIS Accessories, de cara a la próxima generación de vigilancia con cámaras –Neuro-Imaging Surveillance (NIS)– que propone un seguimiento de identificación biométrica para buscar patrones de pensamiento sospechosos en la mente del público. ¿Demasiado? Bueno, la respuesta a ello fue la colección de Chung que consistía en accesorios para cubrir el rostro y así hacer menos identificables las emociones.
La segunda manera para proteger los datos es confundir el algoritmo, más similar a la propuesta de HyperFace. Otro ejemplo de esto es la línea de ropa creada por la diseñadora y experta en seguridad digital Kate Rose, cuyos patrones de prendas activan lectores automáticos de las matrículas de vigilancia e inyectan datos inservibles en ellas para confundir a las máquinas.
Los diseñadores aseguran que las prendas y diseños contra la vigilancia no nacen como caprichos de la moda sino que responden a una necesidad ciudadana de sentirse cada vez más protegidos frente al sistema, el Gran Hermano, lo llamaba Orwell.
CP