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La última emperatriz de México: una historia para reconocer la esquizofrenia

Hace algún tiempo, la emperatriz Carlota vino desde Europa a gobernar México del brazo del emperador Maximiliano

Ellos instaurarían la forma de gobierno que creían conveniente para el joven país. No les informaron totalmente la polaridad política con la que se encontraron: un fuerte Juárez comandando el polo opuesto que terminaría por anular y fusilar al Segundo Imperio. 

Es así como en México llegamos a conocer la historia de esta princesa bélga (1840-1927) quien, luego de la caída del imperio encabezado por su esposo y su fusilamiento, sobrevivió 60 años en la soledad de la enfermedad mental que la atrapó desde su juventud y nunca más la soltó.

Emperatriz Carlota de México. Costesía

Convencionalmente se indica que la emperatriz debió haber padecido esquizofrenia y a finales del siglo XIX la medicina no reportaba progresos suficientes para llevar un tratamiento adecuado aun siendo de la nobleza.

La esquizofrenia es una de las enfermedades más complejas en la historia de las patologías humanas. Comienza generalmente en la juventud de una vida y marca el resto de ella. No tiene cura. 
 
La gravedad de esta enfermedad estriba en las características de sus síntomas psicóticos. ¿Cómo son? Hagamos un ejercicio, apenas un acercamiento:

Imagine usted un caballo… ¿listos? 

Seguramente ese caballo estaba de pie, posiblemente lo imaginó de cuerpo completo parado sobre sus cuatro patas, una crin, dos orejas y quizá color marrón o alguno otro más oscuro ¿Fácil? 

Ahora piense que no hubiera aparecido con esa facilidad, que al pedirle imaginar un caballo, su pensamiento le arroje uno con tres patas, moteado de colores violetas y en feroces movimientos que lo hacen apenas perceptible. La orden de imaginar al caballo persiste, pero su pensamiento no arranca correctamente y no logra construir el caballo, sus imágenes precedentes no crean asociaciones, la memoria tampoco contribuye y la imaginación se desboca y ya no obedece en lo que arroja. 

Angustiante, como intentar leer un texto sin orden.

El campo de la medicina que estudia el diagnóstico, tratamiento, prevención y rehabilitación de trastornos mentales tuvo su etapa de desarrollo y crecimiento más fuerte a partir del siglo XIX, antes la asociación de estas condiciones respondía más a una suerte de pensamiento mágico, religioso y moral que aún pasa una fuerte factura de estigma a quienes las padecen, comenta en entrevista el psiquiatra Vicente X. Molina Ojeda.

Castillo de Chapultepec. Cortesía

Romanticismo 

En una conversación histórica entre Paco Ignacio Taibo II y Pedro Salmenron, el primero señalaba el exceso de atracción literaria alrededor de la figura “romántica” de la malograda emperatriz, en contraste con las biografías publicadas de Margarita Maza de Juárez. 

Zanjando la comparación, Taibo acierta cuando describe la historia de Carlota de Bélgica como romántica, pues tiene todas las características del estilo: es trágica, inmensa, históricamente decisiva, enloquecida e imperial.
Fernando del Paso accede a los archivos históricos de México, Bélgica y Austria para crear un monólogo de la locura de Carlota como mejor anzuelo para atrapar en su novela Noticias del Imperio.

El escritor dibuja a una emperatriz que parlotea desde su exilio-encierro una perorata política, aristocrática e histórica, una perorata sobre el amor y el fracaso de una empresa gubernamental. 

Un inmenso relato pero perorata, al fin de cuentas, narrado por una mujer con esquizofrenia en una época sin tratamiento.

Fernando del Paso, en ese primer monólogo, desata grandilocuencias de su consultado archivo histórico, pero también las cuenta a la sombra de la esquizofrenia y no tiene reparo en dejar ver los síntomas de la enfermedad que campean en el mismo relato.

Ahí están en la novela, la fuga de ideas, los delirios y la psicosis trenzados con el relato de una mujer que fue políglota, estadista, cosmopolita y educada para gobernar. 

De acuerdo con el Manual Diagnóstico de las Enfermedades Mentales (DSMV),  la esquizofrenia se caracteriza por por hacernos perder el contacto con la realidad (psicosis), alucinaciones, ideas delirantes, habla y conductas desorganizadas, afecto aplanado y el deterioro del razonamiento. 

Uno puede crear universos de orden y lógica con el lenguaje y resulta reconfortante y útil pero ¿qué pasa si se vuelve indómito?; uno puede resolver su estadía en un entorno a pesar de carecer ciertos sentidos pero ¿qué pasa si el procesamiento de los sentidos mismos es el que falla?; uno puede enfrentar una enfermedad con voluntad pero ¿qué pasa si el robo de la voluntad es síntoma base de la enfermedad?. 
 
-¿Cómo alguien termina 
padeciendo una enfermedad así?

“La causa es desconocida pero la evidencia avala la participación de componentes genético y ambiental es significativa”, indica el dr. Vicente X. Molina Ojeda.
Los síntomas comienzan habitualmente en la adolescencia o al comienzo de la edad adulta. 

Uno o más episodios de síntomas deben durar más de 6 meses antes de establecer el diagnóstico. 

Imaginemos a la emperatriz Carlota aún en su adultez temprana viajando a Europa con la esperanza y el estrés de rescatar un imperio que se derrumba, bajo el cual dejó a su esposo. 

Estos “estresores ambientales” son detallados por el escritor Gustavo Vázquez Lozano, autor del libro 60 años de soledad, sobre la vida de la emperatriz luego de irse de México y comenzar con los primeros síntomas de su enfermedad: la impotencia para cooperar con el gobierno de Maximiliano de Napoleón III, quien fue el principal impulsor del imperio en México; así como la también negativa del Papa Pío IX,  a quien visitó en el Vaticano, fueron las motivaciones más visibles de sus primeros delirios.

Locura

“La psicosis es la enfermedad mental clínica y metafórica en su forma más pura: locura en bruto” indica el autor del ensayo Los fantasmas de la mente. Eduardo Monteverde.

Biografías, novelas y el teatro han documentado la locura de Carlota, la emperatriz estadista y políglota que veía francotiradores en el Vaticano, al anticristo en Napoleón III y se abalanzó sobre la taza del Papa muerta de hambre y sed por el delirio recurrente de ser envenenada. 

El doctor Molina Ojeda es claro respecto a las alucinaciones y delirios en la esquizofrenia “son displicentes, no son agradables”:  
La emperatriz dejaba y retomaba su belleza por los días de hambre, sueño y sed a los que la sometía su enfermedad; lo mismo con su lucidez y la altura de su pensamiento brillante, elocuente, lector y cosmopolita, iba y venía por remisión de la esquizofrenia.

Con esa calidad de vida sobrevivió 60 años al Segundo Imperio, a su enfermedad que se erigiría mientras aquel caía, en una época lejana al acceso  de un tratamiento efectivo, aun para una persona en la cúspide del privilegio social de entonces.

¡Cuán importante resulta un tratamiento a tiempo! Reflexiona el doctor que puntualiza la farmacoterapia, así como la terapia cognitiva y la rehabilitación psicosocial. 

-¿Por qué concluir esta historia con esta reflexión doctor? 
“Porque la detección y el tratamiento temprano mejoran el funcionamiento a largo plazo. En esta época ya se puede”.

Mucha tinta ha expuesto antes la íntima biografía patológica de una emperatriz que además de romántica resulta un archivo clínico con el cual empatizar y dimensionar una enfermedad aún sin cura, vigente, en aumento tras la pandemia de 2020, compleja y cruel.

Sin embargo, con un mejor tratamiento, y, con ello, la esperanza y posibilidad de mejores expectativas de vida.

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