¿Cuáles son los 7 hábitos de una vida saludable?
Consejos para lograr un bienestar general en nuestro día a día
Un estilo de vida saludable es igual a un bienestar general. Mantener una alimentación balanceada, hacer ejercicio con regularidad, dormir lo suficiente y cuidar la salud emocional es la base, y en este artículo exploramos siete habitos que pueden ayudar a lograrlo.
Beber agua
La hidratación es indispensable para el buen funcionamiento del organismo, además de favorecer la digestión y la elasticidad de la piel.
El agua transporta los nutrientes a las células y elimina las toxinas, lo que hace sentirnos con más energía.
Consumir alimentos ricos en fibra
La fibra es un compuesto que, en general, mejora el sistema digestivo, pero tiene repercusiones positivas más allá.
Además de promover una buena digestión y prevenir el estreñimiento, los alimentos altos en fibra colaboran a tener una microbiota intestinal sana, ayudan a mantener estables los niveles de azúcar y de colesterol. Asimos, son más saciantes, por lo que son aliados si lo que se quiere es comer menos.
No hay que olvidar que, aunque tenga fama de aburrida, la fibra está presente en alimentos tan deliciosos como las manzanas y las peras.
Dormir bien
Un sueño de calidad nos proporciona energía para la jornada, mejora nuestro estado de ánimo y reduce el estrés.
Durante el sueño se producen hormonas responsables del crecimiento y la reparación de tejidos, así como el funcionamiento de la memoria y el fortalecimiento del sistema inmunológico.
La lucidez que se tiene después de dormir lo que nuestro cuerpo demanda se debe a que el descanso tiene un impacto directo en nuestras funciones cognitivas y nuestra capacidad para concentrarnos y aprender. Y qué decir del buen humor: la falta de sueño produce la irritabilidad, estrés y ansiedad, mientras que un sueño reparador nos ayuda a regular nuestras emociones y a mantener un buen equilibrio emocional.
Ejercitarse
Importante tanto para la salud física como para el estado anímico. Ejercitarse con regularidad ayuda a fortalecer músculos y huesos, mejora el funcionamiento del sistema inmunológico y la resistencia cardiovascular. Además, contribuye a mantener un peso adecuado, reduciendo así el riesgo de obesidad, enfermedades cardiacas y diabetes tipo 2.
No omitir las comidas diarias
Saltarse las comidas puede llevar a una disminución de los niveles de glucosa en sangre y provocar fatiga, dificultad para concentrarse y, en general, la disminución del rendimiento físico y mental.
Nuestros cuerpos necesitan un suministro constante de nutrientes, y privarnos de ellos no es buena idea, pues el metabolismo puede reaccionar a la defensiva, ralentizando sus funciones y acumulando grasas. Por el contrario, comer tres veces al día y, si es posible, tomar el almuerzo y la merienda, enseña al cuerpo a que no hay necesidad de atracones ni razones para no cumplir sus funciones a toda su capacidad.
Reducir el consumo de grasas saturadas y azúcares refinadas
El consumo excesivo de grasas saturadas eleva los niveles de colesterol en la sangre, y los azúcares causan aumento de peso y resistencia a la insulina, todo ello factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares.
Mas reducir su consumo no sólo favorece a la salud, también se verá reflejado en nuestra apariencia corporal, con un peso adecuado, menos acné y menos inflamación.
Reducir el estrés
El estrés es un estado mental que tiene repercusiones en nuestra salud física. Es detonante de ansiedad y depresión, además de debilitar el sistema inmunológico y afectar la salud cardiovascular.
Para controlarlo es aconsejable socializar y buscar apoyo emocional con amigos y familiares, ejercitarse con regularidad, procurar dormir bien y, sobre todo, establecer límites y establecer prioridades. Aceptar que no podemos controlar todo lo que nos rodea ni abarcar todo lo que nos proponemos puede darnos una mejor perspectiva para enfocarnos en lo más importante y lo que realmente queremos.