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Esta es la forma en que el cortisol afecta tu apariencia física

Desde el envejecimiento prematuro de la piel hasta la pérdida de cabello y el aumento de peso, los efectos del cortisol son profundos

El cortisol es una hormona crucial en nuestro cuerpo, desempeñando un papel importante en la regulación del metabolismo, la respuesta al estrés, la inflamación y el ciclo sueño-vigilia. Producido por las glándulas suprarrenales, el cortisol a menudo se conoce como la "hormona del estrés" debido a su liberación durante situaciones de tensión o ansiedad. 

Si bien el cortisol tiene funciones vitales para la salud, cuando sus niveles se mantienen elevados de manera crónica, puede tener efectos perjudiciales no solo en el bienestar general, sino también en nuestra apariencia física.

El cortisol y el estrés crónico

En situaciones de estrés agudo, el cortisol ayuda al cuerpo a reaccionar rápidamente, activando el sistema de lucha o huida para enfrentar la amenaza inmediata. Sin embargo, cuando el estrés se convierte en algo constante, como sucede con el estrés crónico, los niveles de cortisol pueden permanecer elevados durante largos períodos, lo que provoca una serie de alteraciones en el cuerpo. Este desequilibrio hormonal no solo afecta el rendimiento físico y mental, sino que también tiene un impacto directo en cómo nos vemos y nos sentimos a nivel físico.

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Impactos del exceso de cortisol en la piel

Una de las áreas más afectadas por un exceso de cortisol es la piel. La exposición prolongada a altos niveles de esta hormona puede alterar la producción de colágeno y elastina, dos componentes fundamentales para mantener la piel firme, elástica y libre de arrugas. Con el tiempo, el exceso de cortisol puede:

  • Acelerar el envejecimiento cutáneo: El cortisol reduce la capacidad de la piel para repararse y regenerarse. Esto puede dar lugar a una pérdida de firmeza, aparición prematura de arrugas y una piel más delgada y frágil.
  • Aumentar la aparición de acné y brotes: El cortisol también está relacionado con un aumento en la producción de sebo, lo que puede obstruir los poros y desencadenar brotes de acné, especialmente en el rostro y la zona T.
  • Deshidratar la piel: Esta hormona puede afectar la barrera cutánea, lo que puede resultar en piel seca y deshidratada. Esto ocurre porque el cortisol también influye en la regulación de la humedad y las sustancias que mantienen la piel hidratada.

El exceso de cortisol no solo afecta la piel, sino que también puede tener efectos adversos sobre el cabello. Las personas que sufren de estrés crónico o tienen niveles elevados de cortisol pueden experimentar:

  • Caída de cabello: El cortisol puede interrumpir el ciclo natural del cabello, acelerando la fase de caída (telógena) y reduciendo la fase de crecimiento (anágena). Esto puede llevar a una pérdida de cabello notable, tanto en hombres como en mujeres.
  • Cabello más fino y quebradizo: El estrés crónico puede debilitar los folículos capilares y reducir la densidad del cabello, haciendo que se vuelva más fino, quebradizo y propenso a la rotura.
  • Cambios en el cuerpo: grasa abdominal y aumento de peso. 

Otro efecto bien documentado del cortisol elevado es su capacidad para aumentar la acumulación de grasa abdominal. En momentos de estrés, el cortisol estimula el almacenamiento de grasa, especialmente en la zona abdominal, lo que puede contribuir al aumento de peso y cambios en la silueta corporal. Esto ocurre por varias razones:

  • Incremento del apetito: El cortisol puede aumentar el apetito, especialmente por alimentos ricos en azúcar, grasas y carbohidratos, lo que lleva a una ingesta excesiva de calorías.
  • Resistencia a la insulina: El cortisol también puede interferir con la acción de la insulina, lo que favorece el almacenamiento de grasa y dificulta la pérdida de peso.
  • Aumento de la grasa visceral: El exceso de cortisol está vinculado con un incremento de la grasa visceral, esa que se acumula alrededor de los órganos internos, lo que no solo afecta la apariencia física, sino que también aumenta el riesgo de enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

El estrés crónico y el exceso de cortisol también pueden influir en la postura y la expresión facial. Las personas bajo estrés constante tienden a adoptar una postura encorvada o rígida, lo que puede afectar la alineación corporal y aumentar la tensión muscular en el cuello, los hombros y la espalda. Esta tensión no solo es incómoda, sino que también puede contribuir a la aparición de arrugas en el rostro, especialmente en la frente y alrededor de los ojos.

Además, el estrés y la ansiedad recurrentes pueden modificar las expresiones faciales, llevando a una apariencia más cansada o ansiosa, lo que puede reflejarse en una mirada más apagada o en un rostro menos relajado.

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